Mientras tanto en el Pub, Sofía y Susan estaban un poco preocupadas por la repentina desaparición de Alice. Solo pronunció un “voy al baño” antes de desaparecer entre la gente.
— ¿Sucedería algo importante? Ella jamás se iría sin avisar –se preguntó Susan angustiada por la rubia.
— Tal vez Samuel está con ella y regresa en unos minutos, ya sabes cómo son –dijo Sofía un poco más tranquila
Ambas se apoyaron en la barra para tomar las bebidas que el ojiverde preparó con una rapidez sorprendente. Ni bien terminaron de tomar esos tragos, Sofía de repente divisó a una persona conocida.
Suspiró profundamente en cuanto lo reconoció sin dejar de mirarlo. Susan quien siguió la dirección de la mirada de la castaña se dio cuenta de inmediato.
— Es el mismo hombre de tu viaje ¿no es así? –ese tono acusatorio la despertó del trance.
— ¿Qué tonterías dices? – la morocha puso sus ojos en blanco ante el descarado intento de mentir, pero su tono era demasiado tembloroso para no notarlo.
— Ni se te ocurra mentirme Sofía – le advirtió- Entre ustedes pasó algo –la señaló con el dedo.
Una nerviosa Sofía tomó la mano de Susan y la sacó de ese lugar rápidamente, presa del pánico estrujando su corazón ante la idea de volver a estar junto a aquel hombre: Evan. Se negaba a tenerlo cerca por siquiera un segundo, solo ese tiempo bastaría para darse cuenta que estaba enamorada y la castaña se negaba a aceptarlo.
— ¿Sofía? –ese susurro brotó de los labios de Evan al notar a la castaña correr con su amiga hacia la salida.
Intentó seguirlas pero cuando llegó a la puerta, las dos chicas habían desaparecido como por arte de magia. Una parte de él ansiaba poder verla, pero decidió volver con sus amigos dejando las cosas en las manos del destino.
Unos metros más allá, la castaña y la morocha caminaban intentando tomar un taxi, una culpando a la otra por no contarle esos “pequeños” detalles de su estadía en Miami y la otra por hacer que casi la descubran.
— ¡Eres una tonta! Si realmente te interesa ese tipo, pues ve y háblale. No puedes huir de él por siempre –negaba molesta la morocha ante la terquedad de su amiga.
— ¡Él no me interesa! Ya te lo he dicho
— ¿Entonces porque me sacas de esa fiesta como si hubiésemos hecho algo malo? –le reclama con una sonrisa sarcástica
La morocha se detiene dando un profundo suspiro y acepta sus temores, “sí, Evan me gusta. Me gusta y mucho. Pero yo no tengo ni la mínima idea si le gusto o no, y lo peor de todo es que Annie vivirá conmigo” gritó con rapidez levantando las manos el aire pidiendo clemencia.
Después de unos segundos ambas exhalaron profundamente, Susan comprendía perfectamente los sentimientos de Sofía: miedo. Un día ella había sentido exactamente lo mismo.
— Tranquila, todo estará bien -Susan abraza a Sofía consolándola, tal vez un abrazo no sea suficiente pero era mejor que nada. Justo en ese momento las palabras son complicadas para ambas…
El ligero sonido de los frenos de un auto cerca de ellas les llama la atención, pero ninguna de las dos podía reconocer el vehículo por lo que decidieron caminar a toda prisa y marcharse a casa. Las pocas horas de aquella noche estuvieron cargadas de "sorpresas", las suficientes como para una despedida de soltera.
…
Después de salir de aquella clínica, Alejandro solo tenía cabeza para pensar en la forma de solucionar su vida, todo estaba de cabeza debido a las estupideces de Kendra desde que decidió dejarla.
Entra a su estudio para terminar algunos pendientes y todo se ve interrumpido por una llamada. De sus labios se escucha el fuerte resoplar antes de contestar la llamada, definitivamente quien llamaba era especial para él pero en este momento, era a quien menos quería escuchar.
— Alejandro, Kendra me llamó -sí, era un hecho. Kendra se apoyaría en Andrea para poder retenerlo y eso lo estaba enfureciendo-. Deberías estar con ella en la clínica, sabes bien cuanto te ama, no puedes hacerle esto y mucho menos ahora, en las condiciones en que se encuentra –la castaña sonaba realmente preocupada
Kendra conocía perfectamente el amor que Alejandro sentía por Andrea y su hijo, ese niño era la adoración del susodicho, lo amaba como si fuese su propio hijo. Además sabía que él haría caso de los consejos de la castaña, a pesar de no estar de acuerdo siempre terminaba cediendo con ella.
Al principio Kendra se sentía celosa por ese amor, pero después se fue ilusionando con ser ella capaz de acaparar su corazón por completo, y claro, ese niño era un encanto como su mamá. ¡¡¿Cómo no quererlos?!!
— Andrea por favor, por el cariño que me tienes te agradecería te mantengas al margen de todo esto. Kendra y yo terminamos. Si ella no es capaz de entenderlo no es mi problema –el furioso hombre por primera vez le había colgado la llamada a la castaña de sus sueños, dejándola sorprendida por su impulsiva reacción.
Furioso, toma un objeto del escritorio y lo tira contra la pared, rompiéndose en mil pedazos por el fuerte impacto. Muchos fragmentos revotaron hacia él, cortando una parte de su rostro, pero en ese momento él no podía sentir nada más que una inmensa frustración ante esta situación de estrés rebasando toda la paciencia disponible de su organismo.
Alejandro había sido un cretino arrogante, un patán soberbio a quien no le interesaba nada ni nadie, aunque ahora las cosas habían cambiado esa mujer parecía empeñarse en traer de vuelta aquella personalidad hiriente, a su “yo” del pasado a ese malnacido tipo sin escrúpulos.
— Esta vez fuiste demasiado lejos, te lo advertí… -si algo era aterrador era verlo furioso y ahora con todo el odio brotando de su cuerpo estaba más que dispuesto a deshacerse de ella.