Analia llegaba a su casa por la mañana, no se sorprendió al ver a sus padres esperar pacientemente a que ella se dignase a aparecer. —¿Dónde estabas, Analia? —preguntó su madre, bastante seria. Ella sólo la miró y sin decir nada quiso pasar de ellos, pero su padre la tomó fuertemente del brazo, deteniendo su andar. —Contesta la pregunta de tu madre. —Pues por ahí, no lo recuerdo muy bien —respondió de mala gana. —Esa no es una respuesta clara, dinos dónde has estado. —Te he dicho que no lo sé, solo desperté en mi auto y conduje hasta casa, ¿me puedes soltar? Su padre le dio una mirada feroz, la soltó y la examinó determinadamente. —Has tomado de más y encima te drogaste —él le dio una mirada decepcionada. —¿Te drogaste? —preguntó Anna en alarido. Analia evitó la mirada de