Habían pasado tres meses desde la separación de Analia y Andrew, ella seguía sin tener ningún contacto con él, su esperanza de que algún día volvería se habían esfumado. Su corazón estaba comenzando a aceptar la derrota. Ella había seguido con sus negocios, cada día se volvía mejor de lo que era, su sobrenombre se estaba volviendo más temido, era casi perfecta en cada uno de los ataques a los pequeños grupos que se levantaban en contra del imperio de Leandro. —¿Ya tienes la información del sicario que padre quiere contratar? —le preguntó a su primo, Dante. —Si, ya le he enviado la información a Damián, ahora mismo va a un encuentro con él. Ella se marchó y fue en busca de su hermano, casi corrió cuando lo miró atravesar la puerta de entrada. —¡Damián! —lo llamó pero su hermano no l