Narra Analia Entré a la habitación que se me asignó, lancé la puerta de golpe. Una lágrima se resbaló por mi rostro al recordar que por mi culpa Lucas moriría o quizá ya estaba muerto. Él era una persona genial, los pocos días que traté con él fue de lo más lindo. Era un hombre luchador que con mucho esfuerzo había logrado lo que tenía. —Maldita sea —exclamó en voz baja. Por mi culpa toda aquella chispa, aquel deseo de vivir que había en sus preciosos ojos negros se esfumaría. Me dolía que por uno más de mis errores otra vida se perdería. Me metí al baño y me arranqué la camisa de aquel hombre cuyos ojos ya no me miraban con deseo sino con aborrecimiento y asco. Por mi estupideces estaba perdiéndolo todo, si me hubiese quedado encerrada en el hotel o si no hubiese discutido con