Cameron se observó frente al espejo, sin poder evitar hacer una mueca de desagrado ante su imagen reflejada. Simplemente lucía tan… —¡Hermosa! —su madre, de pie a su lado, se veía realmente emocionada—. ¡Luces preciosa, hija mía! Ella en cambio lo dudaba sinceramente. Nunca se había sentido hermosa a la hora de usar cosas femeninas, solo en escasas ocasiones. El problema era que en ese momento no quería verse para nada femenina. Solo quería ser… ella misma… —Si tú lo dices… —murmuró a modo de respuesta, casi de forma automática. No sabía qué cosa hacer o decir y es que sus esfuerzos se concentraban en hacer que el aire llegara a sus pulmones. ¡Ni siquiera el chest binder, al cual estaba tan acostumbrada, apretaba tanto su pecho como aquel vestido! —¿No crees que luce hermosa, Albe