El sobresalto fue tan fuerte, que el rubio estuvo a punto de caer de bruces contra el suelo. —¡Maldición! —alcanzó a exclamar, aferrándose a una de las cadenas, mientras su corazón latía acelerado y su frente estaba perlada de sudor. Miró a su alrededor confuso y parpadeó rápidamente, dándose cuenta que seguía en el parque y que estaba a punto de besar la tierra. Con un enorme esfuerzo se puso de pie, alejándose del columpio del que había estado aferrado segundos antes, como si de pronto le hubiera pegado un corrientazo. "¿Y tuve esta pesadilla en este parque, porque me quedé dormido?", pensó incrédulo, dando un paso atrás. —No vuelvo a venir a un lugar como este de nuevo —refunfuñó, pasando la mano por sus cabellos—, estaba a punto de perder la cabeza por culpa de ese jodido sueño… o