Kayda Dabria Respiro profundo mirando a Alister apretar su mano en mi muslo… Su tacto me es tan familiar que lejos de hacerme sentir incómoda provoca un fuego por todo mi cuerpo. — ¿Te reconocio? — pregunta ronco erizandome la piel. Niego mirando al hombre que regresa con la botella de vino. — No lo hizo pero no es lo único… — la mano de Alister baja a acariciar mi muslo desnudo dejando su mano se adueñe de mi pierna acariciando en zonas profundas. Su mano es firme pero no pierde tacto, hace que mi piel hormiguee y mi corazón taladre, en especial cuando sube la mini falda que comienza a cumplir su propósito. — ¿Que más hay? — pregunta haciéndole una señal al hombre para que nos sirva. — No me resisti tenerlo demaido cerca y creo que me estoy exponiendo demasiado, mi padre los contra