Las posibilidades de que Hans tenga vigilada a Aiyana son bastante altas, al menos eso creo yo. Por consecuencia, he procurado dar algunas cuantas vueltas antes de entrar al estacionamiento cubierto del edificio donde se encuentra este restaurante que hemos elegido. Una vez que estaciono, bajo del coche y le abro la puerta —Mi torbellino— Digo sonriente y toma mi mano para luego bajar.
—Muchas gracias guapo— Responde con un tono lleno de picardía.
—Un placer— Susurro y una vez que cierro la puerta, ella y yo comenzamos a caminar rumbo al elevador que lleva al restaurante que está en la terraza —Te voy a ser sincero, no sé si comportarme como tu pareja o como tu guardaespaldas— Le cuento una vez dentro del elevador.
Ella me mira de pies a cabeza como analizándome, y luego me mira a los o
