Lissana se acercó a uno de los guardias de la puerta y le preguntó.
— ¿Ustedes saben donde vive el bibliotecario?
Ambos se quedaron mirando.
— ¿Lo saben o no?
Volvió a preguntar un tanto exasperada.
— Si, lo sabemos, pero por qué quiere saberlo.
— Hoy no ha venido.
— Eso es normal, él suele desaparecer por varios días, volverá cuando le apetezca.
— Pero…
— Él es así, no se preocupe, volverá cuando quiera trabajar.
Lissana no podía dejar que Eren hiciera lo que quisiera, además dudaba que se tratara de eso, sentía que algo no estaba bien con él.
— Dimelo.
Lissana se veía aterradora en ese momento, sus ojos dorados tenían un brillo felino, como el de una leona apunto de atacar.
— Su casa está a las afueras de la ciudad, por la puerta sur del reino.
Lissana no sabía dónde estab
