Lissana despertó al escuchar una voz que le decía.
"Levántate, algo peligroso se está acercando"
Sin pensarlo dos veces Lissana se puso en pie por instinto y despertó a Uzziel quien dormía profundamente a su lado.
— Despierta.
Uzziel se dio la vuelta y le dijo.
— Aún es pronto, déjame dormir un poco más.
— Levanta ahora Uzziel.
Al escuchar la urgencia con la que Lissana lo estaba llamando, Uzziel se levantó de golpe y le preguntó.
— ¿Qué está pasando?
— Algo se está acercando, ¿lo puedes sentir?
Uzziel cerró sus ojos, usó su poder para escuchar todo a su alrededor. Había algo extraño en aquel bosque y se dirigía a gran velocidad hacia ellos.
— ¡Algo se acerca y muy rápido!
— y no parece ser algo bueno, así que prepárate.
Uzziel tomó su espada y se puso en posición de defensa, Lissana usó su fuego plateado para iluminar la cueva y purificar a lo que sea que se estuviera acercando.
Cuando por fin se detuvo, Lissana vio aun hombre muy delgado y completamente n***o en la entrada de la cueva, el cual se mantenia alejado de las llamas plateadas.
— Princesa guardiana, creí que tardaría más en volver a verte.
Hablo como una voz oscura y fría que le erizo la piel.
— ¿Quién eres?, ¿Y cómo es que me conoces?
— Todos te conocemos, hemos oído hablar de ti, de la princesa guardiana que mató a nuestro rey.
— Creí que todos habían sido exterminados, supongo que aún quedan algunos.
— Somos pocos en este mundo, pero no será por mucho.
— ¿Qué significa lo que has dicho?
— Pronto lo sabrás, nos aseguraremos de que así sea, no nos olvidaremos de ti, princesa guardiana.
Lissana lanzó un ataque con sus llamas de fuego, pero en ese instante aquella criatura desapareció. Lissana extinguió sus llamas plateadas y fue detrás de él, Uzziel le siguió pero no lograron encontrarlo, había desaparecido.
Mientras caminaban, por el bosque con Uzziel le dijo.
— No entiendo cómo es que ese monstruo estaba en este bosque, se supone que todos fueron cazados y destruidos después de la guerra, además han pasado muchos años, como es que nadie dijo nada de ellos.
— Al parecer se han escondido muy bien y no son los únicos, lo escuchaste, hay más como él escondidos por ahí.
— Creo que deberíamos volver a casa y decírselo a los tíos, deben de saber que aún hay monstruos en este mundo.
Lissana aún no quería regresar, su viaje recién había comenzado, tomar el valor de irse ya había costado mucho, él que ella volviera no cambiaría las cosas, ya que tampoco sabía dónde se estaban escondiendo esos monstruos, ese había aparecido en aquel bosque pero dudaba que siguiera ahí.
— Aun no, no puedo volver todavía, si quieres volver puedes hacerlo.
— Pero debemos informar lo que está ocurriendo.
— Y lo haremos, les enviaremos un mensaje desde el pueblo más cercano, pero no volveremos, de todos modos no cambiaría nada.
— ¡Lissana!
— Ya no nos distraeremos más, iremos directamente al reino élfico, necesito llegar a la tierra de las hadas, puedo volver a casa sin haber visto a Tarik.
Uzziel al ver la mirada determinación de su prima, supo que nada de lo que él dijera lograría hacer la cambiar de opinión.
— Está bien, pero conseguiremos unos cuantos pergaminos de teletransportación en el próximo pueblo.
Lissana levantó su mirada al cielo y dijo.
— Ahora me arrepiento de no haber traído mi montura.
— Eso no se hubiera vendido muy bien en estos momentos.
Lissana y Uzziel tardaron toda la tarde en salir de aquel bosque, ya que los caminos eran poco claros y confusos.
Ellos llegaron a una pequeña aldea la cual se veía muy animada a pesar de que el día estaba terminando.
Uzziel se acercó a una joven, la cual no le apartaba la mirada y le preguntó por la taberna más cercana.
— Solo hay una taberna, está a unas calles de aquí.
Respondió mientras lanzaba miradas coquetas a Uzziel.
— ¿Hay alguna posada?
— Si, el tabernero es quien la gestiona, así que es un poco ruidosa, si buscas un lugar donde pasar la noche yo podría recibirte en mi casa.
Uzziel tomó la mano de la joven, le dio un beso en el dorso y con una suave sonrisa le dijo.
— Agradezco su invitación bella dama, pero no estoy solo.
Respondió mientras señalaba a Lissana.
La chica dio un suspiro de pesar, decepcionada de la respuesta que había recibido.
— Lastima.
Uzziel volvió con su prima, cuando se habían alejado lo suficiente de aquella chica, ella le dijo.
— ¿No crees que has exagerado un poco?
— Solo he sido amable.
— Olvidalo.
Cuando llegaron a la posada, Uzziel fue el que habló con el dueño, al terminar su conversación él llamó a un muchacho que estaba en la cocina.
— Nil, sal.
El muchacho que salió de la cocina con la ropa llena de harina, debía de tener algunos veinte años, era alto y delgado, de cabello castaño claro y ojos castaño oscuro.
Él tabernero le dijo.
— Él llevará tu mensaje.
Uzziel sabía que muchas veces los miembros del gremio de información solían tener otra ocupación, así que no le extrañó que también trabajara en la cocina.
— Soy parte de la familia, necesito algunas cosas.
Todos los que eran miembros del gremio de información se les había dicho que debían ayudar a todos los que dijeran que eran parte de la familia, así que él no hizo preguntas sobre su identidad solo dijo.
— ¿Qué puedo hacer por ti?
Uzziel se quedó mirando al tabernero, esperando a que se diera cuenta que querían hablar a solas, al no hacerlo Uzziel le dijo.
— Podemos hablar por allá.
Señalo la mesa que había en la esquina de la taberna en la que Lissana se había sentado.
— Por supuesto.
Aquel muchacho se quedó mirando fijamente a Lissana, cautivado por su belleza. Una hermosa muchacha de cabello castaño oscuro, piel blanca y ojos dorados como los de un águila, ojos en los cuales se sintió preso.
— ¿Me estás escuchando o no?
Nil apartó su mirada de Lissana para poder concentrarse en la conversación.
— ¿Qué has dicho?
— Te he preguntado si tienes pergaminos de teletransportación, necesitaremos unos cuantos.
Los pergaminos de teletransportación eran muy caros, así que las personas normales no podían permitírselos, pero los miembros del gremio de información siempre tenían unos cuantos, ya que eran necesarios para llevar la información lo más rápido posible.
— Si, tengo unos cuantos, pero necesitaré algunos para llevar la información así que solo puedo darles dos.
— Los dos pergaminos les ayudarían a llegar a la ciudad de Farell donde se encontraba su abuelo, así que eso sería más que suficiente.
— Serán suficientes.
Nil preguntó.
— Lar dijo que llevaría un mensaje, ¿A donde debo llevarlo?
Lissana se unió a la conversación diciendo.
— Debes llevarlo al palacio real, el mensaje es para el rey y la reina.
Nil, enarcó una ceja, aunque eran parte del famoso gremio de información de Farell, dudaba que lo dejaran entrar al palacio.
— Puedo llevar el mensaje, pero dudo que me dejen cruzar las puertas siquiera.
— No te preocupes por eso, solo debes decirle a los guardias que es un mensaje urgente y que te ha enviado Lissana, te dejarán entrar al palacio sin problemas.
Nil sabía quién era aquella chica al escuchar su nombre, Lissana, ella era la princesa heredera. Las preguntas de qué hacía una princesa en aquel lugar invadieron su mente, pero no formuló ninguna.
— ¿Qué tan urgente es el mensaje?
Preguntó mientras volvía a poner su atención en Uzziel.
— Muy urgente, agradecería si pudieras llevar nuestro mensaje inmediatamente, como dijo Lissana, es urgente.
— Hoy ya es tarde, partiré mañana por la mañana.
Uzziel sabía que viajar de noche era mala idea, sobre todo porque no sabían si aún quedaban monstruos ahí fuera.
— Está bien, escribiremos la carta, podrías darnos algo de papel y lápiz.
— Denme un momento ahora los traeré.
Nil se levantó de la mesa y volvió a la cocina, una vez solo Izziel le dijo.
— Al parecer no soy el único que llama la atención de las personas, ese muchacho no podía apartar su mirada de ti.
— No digas tonterías Uzziel.
— No son tonterías, es verdad que yo llamo la atención donde quiera que vaya, pero tu también lo haces, aunque no puedo verte como mujer, reconozco que eres preciosa, te pareces mucho a la tía Abril.
Lissana sabía que era hermosa, pero ella dudaba que se pareciera a su madre, ella era preciosa, tanto que a veces se preguntaba por que solo había sacado sus ojos, dorados como el sol.
— No me parezco a ella.
— Yo pienso que sí.
Lissana iba a replicar por segunda vez, cuando Nil regresó, puso sobre la mesa una pequeña cajita de madera donde guardaba los pergaminos de teletransportación y algunas hojas de papel con una pluma y un tintero.
— Debo volver a la cocina, así que llámame cuando haya terminado de escribir la carta, los pergaminos están en la caja, puede quedarsela.
— Muchas gracias.
— De nada.
Respondió Nil, mientras le lanzaba unas miraditas nerviosas a Lissana y empezaba a alejarse con prisa.