Quiero verte en mis sueños

1361 Palabras
Tras una comida simple en la taberna, Lissana se retiró primero a su habitación en la segunda planta de la taberna, una chica joven la condujo por un corto tramo de escaleras y luego por un pasillo largo. Los niños entraban y salían de las habitaciones con cubos, escobas y fregonas en las manos. El más joven tendría unos ocho años, el mayor rondaría los doce. Lissana se le quedó mirando, aquella chica debió adivinar lo que pensaba por su expresión y dijo. — Son huérfanos de la guerra, el señor Lar les permitió quedarse, ellos ayudan con la limpieza, pero nadie los obliga, lo hacen porque están agradecidos. Lissana se había dado cuenta que los niños no se veían maltratados ni tristes, al contrario, estaban limpios y parecían muy contentos. — ¿Tú también eres una huérfana de la guerra? La muchacha negó con la cabeza. — Mi padre es el dueño. — Ya veo. Ella se detuvo frente a una de las habitaciones, tras abrirla dijo. — Si necesitas algo, dimelo. — No necesito nada, gracias. Cuando Lissana entró a la minúscula habitación, puso su bolsa en la cama y sacó algunas de sus pertenencias. Aparte de la espada y de las dagas, algunas prendas de ropa interior y unas cuantas túnicas, no había llevado gran cosa. Lissana quería tomarse un baño, pero en aquella pequeña habitación no parecía haber un baño, aunque había una jarra con agua y algunas toallas sobre una pequeña mesita junto a la ventana. — Supongo que eso es mejor que nada. Tras limpiarse con una toalla húmeda y ponerse un camisón limpio se tumbó en la cama, la habitación era ruidosa, tal y como lo había dicho la chica que les había dicho cómo encontrar la taberna. — Dudo que pueda dormir. Lissana si Tarik aun la recordaba, si él aun la estaba esperando, tal y como lo había prometido, lo extrañaba, pero no sabía si él seguía sintiendo lo mismo por ella. Ahuyentó el pensamiento y se acurrucó en la cama. A través del ventanuco, el ruido de las voces la arrulló hasta quedarse dormida. Esa noche Lissana soñó con Tarik, con la tierra de las hadas. Ella se encontraba en el palacio real, caminando por los largos pasillos de marfil, ella se detuvo en una habitación de puertas grandes tallada con grabados de hojas. Al abrir la puerta, vio a Tarik tumbado en una cama de flores, él seguía viéndose exactamente igual, como si el tiempo no hubiera pasado por él. Aunque algo pálido, su pecho apenas y se movía, como si estuviera muerto. Lissana iba a tomar su mano, cuando despertó. — Tarik. Lissana se levantó, lavó su cara, quería que el agua fría despejara lo que acababa de ver en su sueño. — No, eso no era real, Tarik está bien, debe de estarlo. Lissana sabía que su madre tenía el poder de ver el futuro a través de sus sueños, pero ella solo lo había visto un par de veces, ni siquiera estaba segura de que sus sueños lo fueran en realidad. — Seguro es por que me quedé pensando en él, si debe ser por eso, Tarik debe de estar bien. Lissana se cambió rápidamente y bajó las escaleras a toda prisa, Uzziel ya estaba desayunando en la taberna, al verla le dijo. — Pensé que dormirías hasta el mediodía. — Debemos irnos ahora. — Primero desayuna, los viajes con pergaminos de teletransportación no son algo movidos, nunca los has usado, hace mucho que no los usas, así que te recomiendo que desayunes. — Creo que Tarik está en problemas. — ¿Por qué lo dices? — He soñado con él, parecía... Lissana no se atrevió a decir lo que había visto en sus sueños. — Debemos llegar a la tierra de las hadas, no importa como. — Lissana, no creo que a Tarik le pase nada malo, Cassiel te lo habría dicho hace unos meses cuando trajo a tu padre si así fuera. — La tierra de las hadas sigue cerrada, algo está ocurriendo, algo no está bien y estoy casi segura que es por Tarik, él es el nuevo rey de las hadas, la tierra de las hadas está conectada a él. — Entiendo como te sientes, pero solo ha sido un sueño, come, nos iremos cuando termines. Lissana quería replicar, pero la mirada de Uzziel era firme, no se irían de ese lugar hasta que terminaran de comer. Ella se sentó de mala gana en la mesa y le dijo. — No te perdonaré si le pasa algo a Tarik. — ¿Y crees que llegarás más rápido si no desayunas?, solo terminarás enferma y tendremos que quedarnos a descansar en alguna aldea. — Puedo usar mi poder para curarme. — Incluso para usar tu poder necesitas comer, no eres inmortal tonta. Lissana clavó la cuchara en el cuenco de avena que Uzziel le había pasado y le lanzó una mirada asesina, ella estaba muy molesta. — En la noche le entregue la carta a Nil, marchó temprano esta mañana. Lissana no dijo nada, solo se metió un gran bocado de avena en la boca. — Necesitaremos dos pergaminos para llegar a la ciudad de Farell, la entrada al reino élfico se encuentra por ahí. Cuando Lissana terminó de engullir toda la avena, pregunto. — ¿Cuánto tardaremos en llegar? — Dos días. — ¡Dos días!, ¿Por qué tanto? — No podemos usar dos pergaminos en un día, no estamos acostumbrados a usar pergaminos de teletransportación, acabariamos enfermos si lo hiciéramos. — Ya te dije que puedo curarnos. — ¿Estás segura de poder hacerlo cuando sintiéndote mal? — He curado heridas de gravedad. — Eso no es lo mismo. Una herida duele, pero no perturba tu mente, la cual debe estar despejada para poder usar magia, el sentir que todo te da vueltas no creo que cuente como estar despejado. Lissana tomó una tostada de pan con mermelada de fresa del plato de Uzziel y le dijo. — Ya he terminado, ¿Podemos irnos? — Lissana, no tienes modales, tus maestras se llevarán las manos a la cabeza si te vieran comer como una bestia. — Como una bestia me pondré si no te levantas ahora mismo. Uzziel tomó su bolsa y se acercó a la barra donde se encontraba el tabernero, le puso una moneda de plata y le dijo. — Espero que esto cubra nuestros gastos. — Por supuesto que sí señor, espero que vuelva, lo estaremos esperando. Uzziel no dijo nada, solo se dirigió hacia la puerta, al salir y no detenerse Lissana le dijo. — ¿A dónde vamos? — A buscar un lugar despejado, no querrás llevarte a nadie contigo, ¿O si? Lissana sabía que algunos de los pergaminos tenían un gran alcance, eso se lo había explicado Sirius, por eso siempre se usaban en lugares espaciosos, para evitar llevarse a alguien por error. Ella lo siguió en silencio hasta un pequeño claro fuera del pueblo, tras asegurarse de que nadie los seguía, Uzziel tomó la mano de su prima he hizo que ella lo sujetara de la chaqueta, después rompió el pergamino de teletransportación, en un abrir y cerrar de ojos ellos se encontraron en otro lugar, en un camino que llevaban a un pequeño pueblo ganadero. — Esta noche nos quedaremos aquí, hay una posada en la entrada del pueblo. Lissana se sentía un poco mareada, ella había olvidado lo malo que era viajar con pergaminos, por lo menos para los que no estaban acostumbrados a hacerlo, así que no se quejó cuando Uzziel la llevó a la posada y la envió directamente a su habitación a descansar. Al acostarse en su cama, usó magia sanadora para quitarse el malestar, aunque Uzziel insistiera que no podía hacer eso siempre, ella odiaba estar enferma, por que la hacía sentir débil. Sin más molestias, se acurruco en la cama, abrazando una almohada, y cerró sus ojos mientras pensaba en Tarik, quería continuar con el sueño que había tenido, comprobar que él se encontraba bien, que en verdad solo había sido un sueño y nada más.
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