En cuanto había caído por las escaleras los gritos comenzaron a llenar el salón. —¡Ethan! ¡Ethan, levántate! La necesidad de correr a él me invadió, pero mis piernas, negándose a responder, me mantuvieron aferrada a mi hermana menor, quien también gritaba su nombre, como si sólo con hacer eso, se fuera a levantar del suelo. Pronto los gritos atrajeron al resto de los sirvientes, quienes al ver la escena, no dudaron sobre el cómo debían actuar. Entrenados ya para actuar en una situación parecida, reaccionaron con sorprendente agilidad y calma, cosa que agradecí totalmente, pero que me hizo sentir como una inútil. –E-Estaba jugando y, y… —la voz de Nancy se perdió entre los sollozos. La abracé, mientras veía el cuerpo de mi primo en el suelo, siendo rápidamente atendido por Adam y otro