Los días pasaban y con ellos, la esperanza de volver a tener a mi Ethan, se apagaban cada vez más.
Otra semana más y nada que su memoria volvía, sumergiéndome en una tristeza que a duras penas, podía disimular.
Ethan poco a poco se había adaptado a la vida en la mansión, aunque Nancy no quería verlo por sentirse culpable y lo evitaba a toda costa, cosa que me hacía sentir mal.
Por otro lado, habíamos decidido con mis padres, que no fuera a la escuela más, los profesores supieron del accidente y se mostraron comprensivos por la situación de mi primo rubio.
Había estado hablando con Adam sobre varios asuntos y él se había quedado mirándonos con curiosidad, para luego acercarse a mí luego de que el mayordomo se marchara.
Me sobresalté un poco al oír su voz.
—¿Son muy amigos? —preguntó
