Terminamos de cenar y recogemos los platos. —¿Me aceptas para dormir aquí? —me pregunta y lo miro frunciendo el ceño. —¿A qué viene esa pregunta? —indago. —No sé si Hammer te lo permita —responde aguantando la risa. —Es cierto, tendría que preguntarle —sonrío y camino a la habitación quitándome la ropa en el trayecto, no tarda en alcanzarme para tomarme en los brazos y llevarme a la cama mientras no dejo de reír. —¿Y Hammer? —cuestiono. —Le pediré disculpas después —dice quitándose la ropa con prisa. De inmediato se pone el preservativo y se acomoda entre mis piernas. —Te extrañé toda la tarde —murmura entrando en mí. Tomo aire ante la sensación de sentirlo. Paso mis manos por su cuello para atraerlo y besarlo apasionadamente. —Yo también te extrañé —susurro—. Además, no