No estoy muy lejos de ellos, pero lo suficiente para que no noten mi presencia ya que estoy en el pórtico y puedo escucharlos. —Apenas ayer me enteré que estabas aquí y quise pasar a saludarte —le dice la chica y puedo notar entusiasmo en su voz. —¿Cómo has estado Carmine? —le pregunta Nathan separándose de ella visiblemente incómodo. —Bien, el trabajo y los hijos me ocupan mucho tiempo —responde—. ¿Y tú? —lo interroga—. Es un milagro saber de ti, me tienes en el olvido, esperaba al menos una llamada en todo este tiempo. —También tengo mucho trabajo, por eso no había venido, este viaje fue de imprevisto —le explica Nathan—. Y sabes que no soy mucho de llamar. —Lo sé, pero realmente esperaba una llamada después de mi divorcio —murmura con tristeza—. Necesitaba apoyo. —Debió ser di