Gael Moya. Llego el día. Estoy tan emocionado que no puedo explicar correctamente con palabras lo que siento en este momento. Es una mezcla indescriptible de sentimientos, felicidad, ansiedad, éxtasis y nerviosismo, una que no había sentido antes, ni siquiera el día de mi ordenación, y que me tiene al borde del colapso. Exhalo una cantidad de veces y aun así no consigo acompasar mi respiración. Mi corazón late fuerte y a medida que la hora se acerca, empeoro. No veo a Danna desde ayer y eso me tiene aún más impaciente. “Es cuestión de tradición” me dijo mi madre cuando me pidió de una manera no amable que me fuera hasta un hotel para según ella, no interferir en los preparativos de la novia, con órdenes expresas de solo volver unas horas antes de la ceremonia, pero sin acercarme hast