El sonido del teléfono lo despertó de golpe. —¡Maldita sea! —murmuró Logan mientras se giraba ligeramente para tomarlo de la mesita de noche, entonces se quedó helado al ver el identificador de llamadas: era su madre.
Logan miró el teléfono durante varios segundos antes de dejarlo caer sobre la cama, sin responder, y aunque el aparato volvió a sonar, él solo lo observó hasta que se detuvo, justo entonces, se dejó caer de nuevo sobre la almohada con un suspiro, sabía que tarde o temprano tendría que hablar con su madre.
Recordar el día de la entrega de los premios de moda le revolvió el estómago de culpa, la había acusado de estar detrás del sabotaje sin pruebas.
Ella le había dicho la verdad, que no tenía nada que ver con aquello, pero él se había negado a creerle y le había dicho cosas
