Anisa transformó inmediatamente su risa en una serie de toses, tomando un vaso de agua de la mesa para disimular. —¿Estás bien? —preguntó Logan. —Sí, solo tenía algo en la garganta —respondió ella, agitó una mano para restarle importancia y dejó el vaso de nuevo sobre la mesa. Logan luchó contra el impulso de sonreír, no se dejó engañar ni por un segundo, lo que había oído definitivamente era una risa, y el hecho de que ella intentara disfrazarla como un ataque de tos solo confirmaba que tenía algo que ver con él, aquello provocó que su corazón se hinchara de esperanza. —Entonces, ¿empezamos? —preguntó, tomando asiento a su derecha y destapando su propio plato—. Ah, y por si te preguntas cómo un hombre con un solo brazo logró cocinar esta comida tan suculenta, tuve ayuda de uno de los