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Finalmente llegamos al aeropuerto de LAX. Ya era bastante noche, pero no hacía tanto frío como en New York, tal como dijo Christopher. Además, él se estaba portando tan dulce conmigo, que lo acompañé a tomar más de una copa de champagne en el jet.
No sabía cómo negarle ese gusto, ya que estaba tan romántico, y además, nos ayudaba a no sentir frío.
Descendimos de ese jet en el aeropuerto, y una limusina nos estaba esperando, subí con Buddie en mis brazos, y los trabajadores del aeropuerto metieron nuestras maletas a la limusina. Nos trasladó hasta una zona de muchas mansiones lujosas... En una de esas mansiones, Christopher pidió al chofer que se detuviera.
—¿Aquí vive A
