Capítulo 5 – la esposa que necesitas.

1608 Palabras
–¿Qué? – Valeria abrió los ojos, como si no hubiera entendido ni una sola de las palabras de Antonio. –Te quiero a ti, no sabes cuanto he estado soñando tenerte en mi cama, desnuda, Valeria. Eres una mujer jodidamente sensual, desde que te vi me di cuenta de que, al crecer, serías toda una perfección de mujer, y ya ves que no me equivoqué. Valeria sintió un escalofrió recorriéndole la columna vertebral. Antonio no solo era como treinta años mayor que Valeria, si no además de eso, tambien era el esposo de su madre. ¿Acaso su madre no lo conocía bien? ¿No sabía la clase de depravado que era ese hombre? – se cuestionó, sintiendo más asco que nunca. –No puedes estar hablando en serio, eres mi padrastro. –Tú y yo sabemos que tu nunca me has visto como tal. No trates de fingir ahora que yo soy la figura paterna que siempre has necesitado porque ambos sabemos que no es así. –¿Con cuantas chicas has hecho esto mismo? ¿Cuántas veces has engañado a mi madre? En ese momento, la actriz no podía dejar de pensar en que, un hombre como Antonio solo merecía estar detrás de las rejas, no era posible que él anduviera por la vida chantajeando a las personas y usándolas para sus sucios propósitos. Por si fuera poco, a él ni siquiera le interesaba que su propia hija estuviera muerta. Tal parecía que Antonio era una bestia sin sentimientos. –Ninguna. Nadie me ha interesado tanto como tú. Créeme que desde que te vi en aquella primera película, tu piel desnuda, tus pechos redondos y perfectos. No he podido dejar de pensar en ti. Valeria estaba a punto de vomitar, su estomago le dolía y la cabeza le daba vueltas. –Lo siento, no vas a tener lo que quieres – dijo con fuerza y seguridad. –Te daré tiempo para que lo pienses pequeña Valeria, solo será una noche, una de la que no te vas a arrepentir y una que te dará la libertad para seguir viviendo esta vida que tienes – Antonio sonrío de forma grotesca, haciendo que los vellos del cuerpo de la mujer se pusieran de punta. –No tengo nada que pensar. La actitud arrogante de Valeria hizo que Antonio perdiera los nervios. Por un segundo, él pensó que aquello iba a ser como pan comido, pero ella le estaba haciendo las cosas más difíciles de lo que habría esperado. –Escúchame bien mocosa malagradecida. Te estoy dando la oportunidad de salir bien librada de esto, más te vale que no colmes mi paciencia porque si no, tendrás que pagar las consecuencias y me aseguraré de que sean tan severas como sean posibles. Antes de que Antonio pudiera decir algo más, Valeria se escabulló por un lado y entonces se metió rápidamente en su auto. Tenia que salir de allí y si era posible olvidarse de que eso estaba sucediendo. Durante el trayecto a su casa, las palabras de Antonio se repitieron una y otra vez dentro de la cabeza de la actriz. No podía dejar de escuchar su voz e incluso sentir su asqueroso aliento caliente golpear contra su oreja cuando se acercó. Tendría que hacer algo o entonces resultaría volviéndose completamente loca. Cuando llegó a su departamento, Valeria se preparó un agua de valeriana y entonces revisó su correo electrónico. Axel acababa de enviar un mensaje avisando que habían devuelto su ultimo contrato por un error. Valeria suspiró, no tenia tiempo para conseguir un nuevo abogado, así que no tendría de otra más que ir con Maximus a pedirle que no dejara de trabajar para ella. Justo en ese momento, mientras Valeria pensaba en Maximus, él hacia lo mismo, no precisamente porque deseara verla o porque la necesitara para algo en particular, si no porque Maximus, estaba más seguro que nunca, que Valeria era la responsable de la muerte de Sarah. Aunque toda la evidencia parecía haber desaparecido, Maximus consiguió encontrar un video de seguridad en el que se veía el auto de Valeria conduciendo de manera inusual justo en la carretera donde Sarah había muerto. En el video no se lograba ver el rostro de Valeria, pero después de buscar en el registro automotriz, Maximus habia podido determinar que el vehículo efectivamente era de ella y a pesar de que no habia ningún video del momento justo del accidente. Maximus estaba seguro de que todo aquello no se trataba de una simple coincidencia. El problema en ese momento era que, Maximus no tenia lo suficiente o necesario para poder poner tras las rejas a Valeria Montenegro, sin embargo, mientras miraba el video una y otra vez y pensaba en su Sarah, Maximus solo podía pensar en las formas de hacerle pagar a Valeria por haberle arrebatado a su amor. Maximus estaba lleno de rabia, de dolor y indignación por como habían sucedido las cosas y solo quería que la verdadera responsable de aquella tragedia pagara las consecuencias de una vez por todas. ******** A la mañana siguiente, antes de poder ir al estudio de grabación, Valeria fue a la oficina de Maximus. El hombre había pasado la noche allí, después de haber repetido numerosas veces el video que encontró, Maximus habia quedado rendido en el sofá de su oficina. Se sentía como recién levantado de una resaca. Le dolía la cabeza y el sonido de su celular no estaba ayudando a que estuviera mejor. Cuando Maximus se dio cuenta de que era su padre quien lo llamaba, el hombre no dudó en contestar, a pesar de que sabia que era probable que después de esa llamada, su jaqueca se intensificara aún más. –Papá – le respondió. –Maximus, hijo, ¿Qué pasa que no has presentado el acta de matrimonio al abogado de tu tío? – preguntó desde aquella cama de hospital en la que estaba. Maximus se llevó un par de dedos al puente de la nariz, un poco desesperado por la situación. –Papá, no habia podido decírtelo. Sarah ha muerto. Thomas, padre de Maximus soltó un suspiro, a pesar de que le dolía la perdida de su hijo, había algo que lo agobiaba aún más. –¿Qué vamos a hacer ahora? – preguntó. –Estoy tratando de encontrar alguna forma de poder obtener la herencia sin la necesidad de una esposa. Thomas soltó una risa falta de gracia. –Hijo, tu tío abuelo era un viejo abogado con muchas artimañas, ¿De quién crees que heredaste la habilidad en los contratos? No hay ninguna forma de que podamos cobrar la herencia hasta que no cumplamos con todas las condiciones que él especificó. Maximus sabía que aquello era cierto. Desde que su padre había enfermado y el abogado había necesitado más dinero del que había ganado en toda su vida, Maximus había buscado como cobrar aquella herencia que tanto necesitaba, pero la maldita cláusula del compromiso era una con la que todavía no habia podido cumplir. Fue por eso que, cuando Maximus conoció a Sarah y se enamoró de ella, no dudo demasiado en pedirle matrimonio, después de todo, conseguía cada uno de sus objetivos, por un lado, compartía su vida con la mejor mujer que había conocido en su vida y por el otro, podía pagar el tratamiento de su padre al tiempo en que le daba a Sarah la vida de lujos que ella deseaba. Todo el plan estaba perfectamente armado, hasta el día del accidente en que todo se vino abajo. –Lo sé papá, te prometo que voy a encontrar la forma de cobrar ese testamento. –Tienes que casarte – recordó el viejo Thomas. –Papá, ¿Realmente crees que es tan fácil conseguir una mujer que esté dispuesta a ser mi esposa de la noche a la mañana? Thomas frunció los labios, su hijo tenía razón, sin embargo, a pesar de no querer presionarlo, el tiempo de Thomas se acababa mientras esperaba poder recibir el tratamiento que necesitaba para su enfermedad. –Prometo que encontraré una solución – fue lo único que dijo Maximus antes de colgar. Valeria, que había estado esperando afuera a que Maximus se desocupara, se sintió realmente culpable al escuchar esa conversación. Maximus necesitaba una esposa y ella era la responsable de que su prometida ya no estuviera con vida. –¿Qué estás haciendo aquí? – preugntó Maximus cuando vio a Valeria frente a su puerta. El hombre la vio con odio y rencor, los únicos dos sentimientos que tenía por ella en ese momento. Valeria tartamudeó durante un par de segundos, Maximus tenia el cabello desordenado y su camisa estaba abierta, dejando al descubierto un cuerpo muy bien trabajado en el gimnasio. –Necesito que revises esto – ella le entregó el contrato enviado la noche anterior por Axel. –Creo que se te olvidó que yo ya no trabajo para ti. Creí haber sido claro contigo. –Maximus, necesito que no renuncies. –No me interesa lo que necesite – él hablaba con tanta rudeza que casi parecía dispuesto a sacarla a patadas de aquella oficina. –Si me ayudas, yo puedo ayudarte tambien con lo que necesitas. –¿De qué hablas? Valeria lo pensó dos veces antes de hablar, pero no podía evitar pensar en que aquella idea que tenía en mente era un gana-gana que ninguno de los dos iba a poder rechazar. –Escuché tu conversación y estoy dispuesta a ayudarte. Tu necesitas a una esposa y yo necesito a un abogado. Si aceptas ser mi abogado, yo aceptaré ser tu esposa – propuso.
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