INESPERADO

1141 Palabras
[ZAED] Al día siguiente La luz del amanecer se filtra entre las cortinas del penthouse y me despierta con un dolor sordo en el pecho. Por un segundo no recuerdo dónde estoy. Solo veo el reflejo del mar desde la ventana y siento la sal aún pegada en mi piel. Entonces todo vuelve: Alya, su llanto, su voz quebrándose en la orilla. “Lo perdí.” Cierro los ojos. No puedo borrar su rostro ni el peso de su historia. Cada palabra sigue martillando en mi cabeza, mezclándose con la culpa, con ese maldito “si tan solo…” que no me abandona. Me muevo apenas y siento algo tibio rozando mi brazo. Giro la cabeza. Isabella. Está dormida a mi lado, envuelta en las sábanas blancas, con el cabello revuelto sobre la almohada. Por un instante mi mente se niega a aceptar lo obvio. No sé cómo llegó hasta aquí. No sé en qué momento entró. Solo sé que anoche no estuve con ella. Respiro hondo y me incorporo despacio, intentando no despertarla. Pero Isabella siempre ha tenido el sueño ligero. Se mueve, sonríe y abre los ojos, esa sonrisa calculada que siempre usa cuando quiere algo. —Buenos días, amor —susurra con voz adormecida—. Pensé que no ibas a volver. Sus dedos me recorren el pecho con familiaridad, como si el cuerpo me perteneciera menos que a ella. Y tal vez tiene razón. He pasado demasiado tiempo fingiendo ser alguien que no soy. —Tenías el teléfono apagado, Zaed. Estuve esperándote, pero me quedé dormida. —Sí… —murmuro, sin ganas de seguir el juego—. Fue una noche larga. —¿Larga? —repite con una sonrisa insinuante, acercándose más—. Entonces quizá puedo ayudarte a que empiece mejor. Su mano se desliza por mi abdomen, lenta, como una serpiente que busca envolverte antes de apretar. Me acerco al borde de la cama, tratando de mantener la calma. Pero ella insiste. Me besa el cuello, busca mi boca, intenta devolvernos a esa rutina vacía de placer programado. Y aunque mi cuerpo reacciona por reflejo, mi mente está en otra parte. En Alya. En la arena. En su voz. —Zaed… —dice Isabella, percibiendo mi distancia—. ¿Qué pasa contigo últimamente? No respondo. Me levanto, busco mi camisa en el suelo, la misma que aún huele a mar. Ella me sigue con la mirada, molesta, cruzando los brazos bajo el pecho. —No es la primera vez que te noto así. Hace semanas que estás… ausente. Desde que supiste que debíamos volver a Miami —insiste, con ese tono dulce envenenado que domina tan bien—. ¿Hay algo que quieras decirme? —Solo tengo cosas en la cabeza. —¿Cosas… o alguien? —pregunta alzando una ceja, dando un paso hacia mí. Me quedo inmóvil. Isabella siempre sabe cómo provocar. Siempre. Pero hoy no tiene idea de cuán cerca está de una verdad que podría romper todo. —No empieces, Isa —digo con cansancio—. No tengo fuerzas para tus escenas. —No son escenas —replica—. Son realidades. Eres tú el que ya no parece querer estar aquí. El que ya no me toca igual, el que me mira y está en otro lugar. Guardo silencio. Porque tiene razón. Porque la única imagen que me persigue es la de Alya entre lágrimas. Isabella me observa unos segundos más, luego se cruza de brazos, fingiendo calma. Pero su siguiente frase me golpea como una ola helada. —No es el momento para que dudes de lo nuestro, Zaed —dice, con una seguridad inquietante—. Porque estoy embarazada. El aire se congela. La miro, sin poder moverme. Siento el pulso golpearme las sienes. —¿Qué dijiste? —Que estoy embarazada —repite, esta vez con un brillo extraño en la mirada, mezcla de orgullo y amenaza—. Lo supe hace unos días. Iba a contártelo antes de mi viaje, pero no quería distraerte. Me quedo sin palabras. Cada parte de mí quiere reaccionar, gritar, cuestionar, pero lo único que hago es quedarme quieto. —¿Estás segura? —pregunto finalmente, intentando mantener la voz firme. —Sí. Fui al médico, tengo los análisis. —Da un paso hacia mí y toma mi mano, colocándola sobre su vientre plano—. Es nuestro, Zaed. No siento nada. Absolutamente nada. Solo vacío. Ella sonríe, convencida de haber recuperado el control. Pero lo único que logra es que sienta una repulsión que apenas puedo disimular. No hacia ella… sino hacia mí mismo, hacia la mentira en la que he vivido. —Esto cambia las cosas —dice, acariciando mi rostro—. Ahora más que nunca tenemos que estar unidos. “Unidos.” La palabra se clava como una espina. Ella no sabe —no puede saber— que anoche, mientras la luna caía sobre el mar, yo sostenía entre mis brazos a la mujer que realmente amo. Que escuché el eco del hijo que perdimos y sentí el peso del castigo más cruel: otro embarazo, otra vida que llega a recordarme lo que destruí. —Zaed —dice Isabella, notando mi silencio—. ¿No vas a decir nada? —Solo… necesito tiempo —respondo, alejándome. —Tiempo —repite con un dejo de burla—. Siempre es lo mismo contigo. —No lo entiendes. —Entonces explícame —exige, alzando la voz—. Dime qué es lo que no entiendo. La miro. Y por un instante, pienso en decírselo todo. Que mi mente sigue atrapada en una playa con otra mujer, que hay un vacío que ni ella ni nadie puede llenar. Pero me contengo. —Estoy confundido, Isa. Eso es todo. Ella me observa, luego sonríe con una calma calculada, casi ensayada. —No te preocupes —dice finalmente—. Vas a asimilarlo. Y cuando lo hagas, te darás cuenta de que esto es lo mejor que pudo pasarte. Me da un beso en la mejilla, recoge su bata y se encamina al baño. La puerta se cierra. Y entonces dejo caer la cabeza entre las manos. Mi respiración es irregular. Siento que me ahogo. Todo está mal, torcido, fuera de lugar. No sé si ese embarazo es real. No sé si creerle. Pero lo que sí sé, con una certeza amarga, es que mi padre estará feliz porque adora a Isabella. Porque él siempre está detrás de cada decisión que pretende controlar mi vida. Y si Isabella es su nueva estrategia, entonces la guerra apenas comenzó. Me levanto, miro por la ventana hacia el mar. El mismo mar donde anoche le juré a Alya que no volvería a dejarla sola. Y aunque todo parece derrumbarse, sé que esta vez cumpliré mi palabra… aunque me cueste todo.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR