19 Ya en la oficina de telégrafos de la esquina, y por si acaso sirviera para agilizar el resultado, fue Fleda quien escribió el telegrama: lo escribió en silencio bajo la atenta mirada de la señora Gereth y luego en silencio se lo pasó. «Envío este mensaje Waterbath, ante posibilidad estés ahí, para pedirte vengas verme.» La señora Gereth lo sostuvo un momento, lo leyó más de una vez; después, reteniéndolo aún, con la mirada puesta en su compañera, pareció reflexionar. En su mirada se produjo el alborear de cierta amabilidad; Fleda advirtió en esto, en calidad de recompensa por su absoluta sumisión, una ligera atenuación del rigor. —Pensándolo bien, ¿no sería quizá preferible —preguntó la dama—, antes de hacer esto, ver si podemos cerciorarnos de su paradero? —¿Por qué? Eso que llevamo