Ella se quedó pensando unos minutos; era evidente que no estaba acostumbrada a frases vacías ni a afirmaciones vagas. —Me parece que fue la noche en que hizo su aparición la señorita Tarrant. —Fue precisamente aquella noche. Recuerdo que tuvimos una conversación muy interesante. —De lo que me acuerdo es de que perdí mucho tiempo esa noche —dijo la doctora Prance. —No lo sé, pero me parece que fue usted compensada de otra manera —replicó Ransom todavía riéndose. Vio sus pequeños ojos brillantes que se encontraban con los suyos. Al parecer residía en el pueblo, y había salido, con la cabeza descubierta, a dar un paseo nocturno, y si fuera posible imaginarse a la doctora Prance aburrida y en busca de una distracción, la manera en que se quedó allí como si estuviera dispuesta a sostener o