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TE PERTENEZCO LUCIFER

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Blurb

Un ángel y un demonio se conocieron en una guerra entre ambos mundos, entre el cielo y el infierno, y inesperadamente se enamoraron... Su amor estaba prohibido. Aquello que había sido amor a primera vista los condeno. Ese día morirían, su destino estaba escrito. Fue entonces en ese preciso momento en el que la muerte se apareció ante ellos, deseosa de mucho más poder del que ya poseía y con una ilusión de por medio, les prometió que vivirían y les permitiría que se encontrarán en sus terrenos baldíos, donde no serían vistos, pero con una condición, el primer hijo que tendrían, sería suyo. Ambos aceptaron dando por incrédula a la muerte, puesto que se decía que un ángel y un demonio no podrían procrear, al no ser de la misma especie, se vieron en el territorio de la muerte, a oscuras, fuera de la vista de Dios y del mismísimo diablo, se burlaron de sus amos, y poco tiempo después se concedió el milagro, la parca escondió a la madre hasta el nacimiento de la bebé, el primer y último día en que la madre vería a su pequeña ya que al nacer su bebé, ella había perdido mucha sangre y murió debido a la hemorragia que le causó el parto, la muerte se regocijó, pues su plan había salido tal cual lo había esperado, el demonio aborreció a su hija, la culpo de haber matado a su único amor, no podía seguir viviendo, así que confesó su crimen ante el regente del infierno: Lucifer, quien le impuso como castigo la muerte y exigió que se le diera la tutoría de la criatura que había nacido de ese amor prohibido.

— Es tuya, asesinala, si así lo quieres... — dijo el demonio antes de arrodillarse ante Lucifer y esperar su destino. Antes de darle fin a su vida, Lucifer se acercó a él y abrió su mano en llamas frente a él haciendo aparecer un pergamino delante del demonio.

— Fírmalo, y daré fin a tu dolor. — le dijo Lucifer con una sonrisa torcida. El demonio queriendo terminar ya con su tristeza solo firmó y se despidió de su vida, esperando reencontrarse con su amada en otra vida.

Fue así como comenzó una guerra silenciosa entre el cielo y el infierno, gracias a la escurridiza muerte, que entre las tinieblas de su reino se oculto, habiendo ya ocasionado una nueva guerra, esperando reclamar lo que por decreto era suyo, esperaría el fin de los días de la pequeña, que por un mal cálculo no podría vivir en su mundo, así que la oculto a la vista de todos, en el mundo de los humanos. Donde tarde o temprano la encontrarían, el Dios del cielo y Lucifer, el regente del infierno. El cielo quería la muerte de la criatura por ser una abominación y el infierno la quería como reina, había sido elegida por el mismo Lucifer cuando se enteró de su existencia.

Así es como empieza la búsqueda de Natalia Blosson, una joven artista que sueña con que sus obras sean conocidas por el mundo, ese es su único sueño o interés, al menos hasta que descubre quién es, y porque la persiguen. ¿Aceptar la ayuda de Lucifer a cambio de convertirse en su reina? o simplemente dejarse convencer por el Dios del cielo de que lo que hacen es por el bien de la humanidad, y despedirse para siempre de su vida.

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Cap #1 Enfrentando la Realidad.
Un Ángel y un demonio se conocieron en una guerra entre ambos mundos, pero inesperadamente se enamoraron... Su amor estaba prohibido. Aquello que había sido amor a primera vista los condeno. Ese día morirían, entonces en ese momento la muerte se apareció ante ellos, deseosa de más poder les prometió que vivirían y que permitiría que se encontrarán en sus terrenos baldíos, donde no serían vistos, pero con una condición, el primer hijo que tendrían, sería suyo. Ambos aceptaron dando por incrédula a la muerte, puesto que se decía que un ángel y un demonio no podrían procrear, al no ser de la misma especie, se vieron en el territorio de la muerte, a oscuras, fuera de la vista de Dios y el mismísimo diablo, se burlaron de sus amos, y poco tiempo después se concedió el milagro, la parca escondió a la madre hasta el nacimiento de la bebé, el único día en que la madre vería a su pequeña ya que al nacer su bebé ella perdió mucha sangre y murió por una hemorragia, la muerte se regocijó, pues su plan había salido tal cual lo había esperado, el demonio aborreció a su hija, la culpo de haber matado a su único amor, no podía seguir viviendo así que confesó su crimen ante el regente del infierno: Lucifer, quien le impuso como castigo la muerte y exigió que se le diera la tutoría de la criatura que había nacido de ese amor prohibido. — Es tuya, asesinala si así lo quieres... — dijo el demonio antes de arrodillarse ante Lucifer y esperar su destino. Antes de darle fin a su vida, Lucifer se acercó a él y abrió su mano en llamas frente a él haciendo aparecer un pergamino delante del demonio. — Fírmalo, y daré fin a tu dolor. — le dijo Lucifer con una sonrisa torcida. El demonio queriendo terminar ya con su tristeza solo firmó y se despidió de su vida, esperando reencontrarse con su amada en otra vida. Cerré el libro, decepcionada, parecía ser otro cliché más, un buen amigo me lo había recomendado, me pidió que lo leyera, aunque lo mío era dibujar, también me gustaba leer sobre historia, pero mi amigo Bael era un poco más de fantasía, le gustaba hacerme leer sobre esos temas, él era bastante serio, pero amigable, a veces podía ser muy franco y cacería de sutileza, podría decirse que su personalidad es algo sobria, nos conocimos cuando éramos niños, él se mudo a la casa de al lado, tiempo después nos contamos que casualmente ambos fuimos adoptados, tal vez eso fue lo que más me unió a él. Mi nombre es Natalia Blosson, hoy me encuentro en una exposición de arte, buscando inspiración para mis propias obras, ya que siempre dibujo sobre lo mismo, sueños de ángeles con alas blancas, relucientes, también lo que yo creo son demonios por el color de sus alas, ángeles caídos, no le he contado a nadie de mis constantes sueños, desde que cumplí dieseis veo a ese hombre de rostro serio, era lo bastante atractivo como para ignorarlo, lo he dibujado, se encuentra entre mis pinturas personales, nadie las ha visto, ni siquiera mi amigo Bael, y eso que lo considero como un hermano, incluso creo que es mi mejor amigo, tal vez el único, nunca fui muy sociable, las personas son muy básicas a mi parecer, no encuentro nada interesante en ellas, siempre hablando de lo mismo, siempre pensando en lo mismo, siento que no encajo mucho aquí, no deseo lo mismo que ellos, no anhelo el interés de las personas, simplemente me enfoco en lo que yo quiero, a veces pienso que estoy vacía, sentí que alguien se sentó justo al lado de mi silla, levante la vista, me sorprendí al ver a mi amigo a mi lado, había crecido, sus rasgos eran varoniles y era bastante atractivo a la vista, me miró y luego desvió la vista a mis piernas, precisamente al libro que se encontraba sobre mi regazo, suspire, me estaba juzgando con la mirada. — Antes de que me juzgues, ¿Qué haces tú aquí? — le pregunte con un gesto indiferente, a él todo le daba casi igual, así que me miró fríamente, aún me preguntaba cómo era que seguía a mi lado con esa actitud tan apática. — Estás aburrida de la exposición por la que morías en asistir, así que abriste el libro que te regale, pero lo cerraste ni bien iniciabas en la primera pagina. — dijo serio y sin algún filtro, si, definitivamente le daba igual. — Si, así es. — confirme con una sonrisa hipócrita. Él rodó los ojos, al parecer fastidiado. — Dios, ya hiciste eso que haces... Lo leeré, lo prometo, es solo que no hay nombre de autor, no hay una introducción, simplemente no hace que quiera leerlo, no genera interés, al menos no el mío, además, es fantasía, habla de demonios y ángeles, ¿De verdad crees en eso? — pregunte confundida. — Claro, simple mortal. — dijo seriamente, esa era su frase de siempre, ya me había acostumbrado, él siempre la decía cuando lo agotaba, era algo gracioso, su paciencia era limitada. — estás viendo solo lo que quieres ver, usa tus ojos, no tu mente. — comento señalando el libro, fruncí el ceño, evidentemente confundida, él soltó un suspiro, exasperado y despeino su cabello. — ¿Y así quiere Luci tenerte como pareja? — masculló. Me incline hacía él con el ceño fruncido. — ¿Quién es Luci? — pregunté confundida, él volvió a mirarme de forma indiferente. — El único rey, el rey del infierno, de los caídos. — respondió con un gesto tan serio que cualquiera dudaría de la realidad, pero yo no, yo estallé en una carcajada. El público rápidamente se giró hacía nosotros, especialmente hacía mí, dándome una mirada represiva. Me encogí en mi asiento, avergonzada, un momento después todos volvieron a prestar atención a la exposición, le di un golpecito en el brazo a mi amigo. — ¡Acabas de hacerme pasar la vergüenza de mi vida! — me queje, él se puso de pie dispuesto a irse, ignorando mi comentario. Me levante y camine detrás de él, mi amigo era alto así que tuve prácticamente que correr detrás de él que ya salía del lugar. — ¡Oye, espera! Cada uno de tus pasos triplica uno de los míos. — volví a quejarme, él resoplo y se giro hacía mí que me encontraba inclinada y apoyada en mis piernas, tratando de recuperar la respiración. — Necesitas ejercitarte. — dijo con su característico tono sobrio de siempre. Se giro y miró al cielo, de repente el día se tornó oscuro, nubes grises taparon el cielo azul y el sol se oculto, fruncí el ceño y me puse recta. Delante de mi amigo apareció una figura oscura, llevaba una vestimenta totalmente negra, diría que un tanto anticuada, gotas de lluvia empezaron a caer lentamente para luego ir incrementando gradualmente, Bael no se giraba, el hombre se acercó un poco, mientras yo veía la escena con la boca abierta por la sorpresa, mi amigo se inclino, poniendo una de sus rodillas sobre el piso, como quien va a pedirle matrimonio a su pareja, la escena realmente era bastante irreal, posó uno de sus brazos detrás de su espalda y el otro sobre la pierna que mantenía doblada, poniendo el puño en su pecho, justo del lado de su corazón, por último, inclino la cabeza hacía abajo. — mi señor. — dijo. El hombre que tenía cubierto el rostro puso una mano en la cabeza de Bael, miré al hombre intentando descubrir su rostro, pero no podía distinguir sus facciones. Mi amigo levantó el rostro tan pronto como el hombre quitó la mano de su cabeza ¡Debía correr! Pero no lo hice, y el tampoco, maldecía mi curiosidad. — señor ha venido muy pronto... — dijo Bael, ¿Entonces de verdad se conocían? — Si, así es... Dios la encontró, y la están vigilando... Ponte de pie. — dijo, para luego prácticamente darle una orden, entonces de repente se giro hacía mí, entonces distinguí por fin su rostro, era un rostro que yo bien conocía, sus ojos podían ser rojos, dorados o amarillos, e incluso verdes, como lo había dibujado en distintas ocasiones. ¿Quién era? ¿Acaso estaba soñando nuevamente? Él ignoro a Bael y se acercó lentamente a mí, no huí, mis piernas no querían correr, solo me quede allí, paralizada, mirando su rostro, hipnotizada por su belleza fuera de lo común, su tez era blanca, su barba negra al igual que su hermoso cabello bien peinado, pero estaba segura que en mis sueños lo había visto con el cabello un poco más largo, ahora lucía un poco más moderno. — por fin nos conocemos personalmente. — dijo él estando frente a mí, levanto su brazo y con su mano levanto mi barbilla para que lo mirará. — ¿Estoy soñando? ¿Acaso eres la muerte? — pregunte confundida, él soltó una risita y negó con la cabeza con esa deslumbrante sonrisa. — La muerte... Esa parca escurridiza es... Tu madrina, podría decirse, la muy cobarde te espera en la oscuridad, y aunque fue la creadora de este lío, se esconde tras las tinieblas de sus territorios, espera el día en que mueras y llegues por ti misma a ella, dice que es tu madre, la muy incrédula, fue castigada con la desgracia de quitar la vida en lugar de darla, como ya sabes, no puede procrear, rompió una regla muy importante al crearte. — fruncí el ceño confundida, él seguía delirando, hablaba con la misma seguridad que Bael respecto a esos temas. — ¿Sabes cuántos humanos murieron para darte vida a ti? — pregunto el hombre con un gesto serio, confundida, negué con la cabeza. — no fueron centenares, fueron miles de recién nacidos, sus velas se apagaron el día de su nacimiento y de tu procreación, la muerte fue muy codiciosa. — susurro muy cerca de mis labios, un escalofrío recorrió mi cuerpo. — pero eres mía, tengo un contrato que lo prueba, mientras que ella, no tiene más que la palabra de dos muertos que ni siquiera llegaron a su territorio, fuimos castigados o tal vez afortunados porque no nos dieron el poder de reencarnar, como a los humanos. — no sabía porque me estaba diciendo todo eso, pero me había quedado prendada a sus ojos, juraba que veía en ellos un fuego latente que me invitaba a perderme en ellos. — Señor, no debería estar aquí, cuidaré de ella, se lo prometo. Además, ya lleva mucho viéndola a los ojos, sabe que puede causarle un gran daño. — escuché a Bael decirle a el hipnotizante desconocido, él soltó mi rostro y por un segundo medite el rogarle que volviera a acogerme en sus brazos hasta que se alejo de mí, fruncí el ceño, lo bastante confundida, sus palabras se quedaron en mi mente. — Ella no es un humano, por mucho, podría ver el infierno en mis ojos. — dijo volviendo a mirarme con una sonrisa torcida, ¿El infierno? Así que eso era lo que había visto... — es su hogar. — volvió a girarse hacía mí. — ¿Qué edad tienes? — pregunto serio. — Tengo veintiún años. — las palabras salieron rápidamente de mi boca sin dejarme reaccionar. — Bien, nos hemos visto antes, pero también has visto a mi padre... Bael cuidará de ti, para cuando llegue el momento de venir al lugar al cuál perteneces. — dijo con seguridad, lo cuál me hacía pensar cada vez más que no podía ser una broma, que no era una coincidencia, no estaba soñando, y Bael estaba presente, él mundo en el que vivía no era el único que existía. — no confíes en los ángeles, para ellos no eres más que una abominación, quieren tu muerte, pero son tan buenos con las palabras que te dirán cualquier cosa para convencerte de ir con ellos, confió en que eres lista, no dejes que te confundan con sus trabalenguas, si te fijas bien, no responderán a tus preguntas, en vez de eso, responderán con evasivas o te harán pensar que son buenos, y tal vez lo creas, pero no debes hacerlo, mienten demasiado bien. — se dio la vuelta dispuesto a marcharse, agarre su mano, con una pregunta en mi cabeza que debía ser resuelta. — ¿Por qué me buscan? ¿Qué les hice? — pregunte, nerviosa. — ¿Qué soy? — pregunte por último. — Ya te lo dije, eres una abominación para mi padre, y lo único que hiciste fue nacer... Y sobre lo que eres, tú eres como un milagro, eres una híbrida, hija de una ángel y un demonio, y ya no preguntes cosas que te podrían condenar. Nos veremos muy pronto, querida. — y de la nada desapareció, Bael estaba allí aún con un gesto cansado, el día volvió a ser claro, el sol alumbraba y los pájaros cantaban. — ¿Vienes? — pregunto Bael como si nada hubiera pasado, me apresure a llegar hasta él y enganche mi brazo con el de él. — ¿No vas a decir nada sobre lo que acaba de pasar? ¿Ese es tu rey? ¿Del que tanto hablabas? — pregunte apresuradamente. — Sueles ser muy insoportable, no se como hago para no asesinarte. — solté una risita divertida, aunque podía estar hablando en serio, puse un gesto serio de inmediato. — ¿De verdad quieres matarme? — pregunte nerviosa, él sonrió y negó con la cabeza. — No, claro que no, no puedo, debo cuidarte. — él siguió caminando pero yo me quede con un mal sabor de boca, no fue preciso, entonces si quería asesinarme pero su jefe no se lo permitía, ¿Era de Lucifer de quien tanto hablaba? — ah, un consejo, deja de mencionar el nombre del señor de los cielos, a el amo no le gusta que lo mencionen, hay una disputa familiar. — fruncí el ceño preocupada y asentí, él sonrió satisfecho. — deja de pensar en que quiero asesinarte, te he cuidado desde que eras una niña, si hay alguien que te quiere asesinar es ese que está allá arriba. — señalo el cielo, asentí confundida, todo lo sucedido me había dejado en shock. — ¿A donde vamos? — pregunte desconfiada. Él me miró como solía hacerlo de manera indiferente. — A tu bar favorito... — se quedo mirándome por un segundo. — ¿Ahora me tienes miedo? — pregunto serio, suspire, no sabía que responderle, pero no le tenía miedo. — No. Tampoco puedo decir que te odio porque me mentiste, siempre me hablaste de el gran señor, el único rey, etc... Entonces fui yo quien no vio las pistas, tantas señales, creo que en el fondo no quería verlo, porque también estaban esos sueños... — suspire rendida. — Seguirán sucediendo, después tendrás tus alas... Y tendremos que irnos, abandonar este mundo. — dijo él como si nada, lo mire boquiabierta. — ¿Qué? ¿Y nuestras familias? — pregunte asombrada. — Ellos no son nuestras familias, eres adoptada, y yo también, además vivir como un hijo de un mortal es un fastidio, te dan ganas de asesinarlos cada segundo. — lo mire de reojo, sabía que hablaba en serio, pero era gracioso, todo lo había hecho por mí, porque su rey se lo ordeno. — Aún no proceso esto, y se que soy adoptada, pero aún así, ellos me aman, y me dieron todo, soy lo único que tienen. — le dije a Bael, él solo se encogió de hombros con un aire indiferente. — Tienes algún tiempo para pensarlo, yo me encargare de tu partida, no debes preocuparte por ellos, solo hacer lo que yo digo. — suspire, aún no podía creer todo lo que estaba sucediendo. — aprovecha para sacar esas obras de arte que guardas en el ático. — lo mire sorprendida. — debo vigilarte, ese es mi trabajo, son tus mejores obras, si vas a irte, deja que este mundo se quede con algo bueno de ti, ¿No te parece? — asentí, insegura. — Lo pensaré, de momento, vamos por ese trago. — antes de que pudiera cruzar la calle un hombre alto se apareció frente a nosotros, me detuve de inmediato, Bael me agarro fuertemente del brazo. — Hazte detrás de mí y no lo mires. — dijo él. Por alguna razón hice lo que me pidió. — Vaya... ¿Qué no es Bael? ¿El gran Bael, primer rey del infierno? — detrás de mi amigo sentí como su molestia aumentaba. — ¿Que no mandabas en sesenta y seis legiones de demonios, no, eran setenta y dos? Ay, pero las nuevas noticias dicen que ahora no eres más que el lacayo de Lucifer. — soltó una carcajada, su arrogancia era palpable. — Conozco a los de tu calaña, y el rey de el infierno se gano su puesto, y yo decidí quedarme a su lado porque quise, pero eso no es de tu interés... ¿Qué quieres? — pregunto moviéndose para cubrirme por completo ante la vista de ese hombre. — Padre exije que Natalia Blosson vaya a su encuentro, y he sido enviado para buscarla. — dijo el hombre, salí de mi escondite y lo mire interrogante. — No conozco a su padre, seguramente hay muchas mujeres con mi nombre en esta ciudad, mi amigo y yo queríamos ir por un trago, así que no podemos dedicarle más tiempo. — le dije con indiferencia al hombre, su cabello era rubio, sus ojos celestes, su barba era rojiza y su tez era aún más pálida que la del otro hombre. — Él es el padre de todo, yo soy Cassiel, uno de sus arcángeles... — dijo con una mirada dulce, estiró su mano hacía mí invitándome. — ven conmigo, te mostraré de donde vienes. — camine un paso, pero Bael tomo mi mano antes de que pudiera avanzar. — Recuerda lo que mi señor dijo, pregúntale, no podrá decir mentiras. — mire a Bael, tenía razón, no solo podía dejarme llevar por su aura confiable y su mirada acogedora. — ¿Qué quiere hacerme tu padre? — pregunte siguiendo el consejo de el rey del infierno y por supuesto de Bael. — Quiere conocerte, después de todo, naciste de una de sus hijas, de hecho, te pareces mucho a ella... ¿Tu cabello siempre ha tenido ese color? — dijo desviando el tema, ahora lo entendía. Antes de que pudiera darme cuenta o tan siquiera responder, Bael me agarro por la espada y rodeo mi cintura, cerré los ojos por la fuerza que uso, cuando los abrí nos encontrábamos en mi bar favorito. — Lo ves, evasivas. — dijo Bael, abriendo la puerta del establecimiento, mire hacía atrás desconfiada, él suspiro. — tranquila, no podrá seguir tu rastro, lo mezcle con el mio y desapareció... Es uno de los siete arcángeles, pero solo sabe predecir muertes. Aunque no debemos bajar la guardia, por algo es uno de los siete. — entre antes que él al bar. — vayamos por ese trago, creo que lo necesito, mi trabajo empieza a ponerse intenso. — dijo intentando sonar divertido. Camine junto con él a la barra, cualquier otra persona estaría muerta de miedo al lado de un demonio que la parecer también había sido rey del infierno, pero yo me llegaba a sentir comoda a su lado, mis sueños se estaban haciendo realidad y no habría querido que pasará, pero al menos sentía alivio de saber que no estaba loca, debía enfrentar la realidad.

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