Miss.Perfect

©Jazmin Flores. 2022 Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito del autor. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual. ●●●●●●●●● Los ojos de Abby Lee estaban tan abiertos, como dos estrellas brillantes, destellaban asombro e incredulidad, simplemente no daba crédito a lo que veía. Había venido a este lugar después de recibir un mensaje muy extraño, creyó que se encontraría con alguien especial para ella, pero todo lo que encontró fue una escena sumamente aterradora. Tan solo a unos cuantos metros de distancia, estaba Lucy Horgan, su prima mayor. Lo más impactante de aquella escena, no era haberse encontrado con su nefasta prima, si no lo que ella hacía en ese lugar. ¡PUM!. El cuerpo de Abby dio un salto de sorpresa, Lucy le había disparado a una pobre mujer, la lluvia que caía nublaba un poco su vista, pero aún así, ella sintió mucho miedo. ¿Por qué Lucy había echo tal cosa?. ¿Quién le había mandado aquel mensaje?. Todo estaba tan confuso para Abby, todo era demasiado perturbador, su cuerpo titiritó por el miedo o por el frio, su rostro estaba pálido y su ropa estaba toda mojada. Su prima Lucy caminó hasta ella, y se paró frente a su delgada silueta. —Si dices algo, tu madre va a pagar. Dicho aquello, soltó el arma delante de ella y subió a su auto para luego marcharse a toda prisa. Abby estaba consciente de que Lucy era una serpiente venenosa, sabía que las cosas que ella escupía no solo eran amenazas vacías, pero nunca imaginó que llegaría a hacer una cosa tan horrible como acabar con la vida de alguien más. Los pies de la frágil chica estaban entumecidos, no podía moverse a pesar de que su mente le gritaba que huyera lo más pronto posible. Sus ojos grises estaban fijos en la mujer que yacía en el suelo, ¿Estaba muerta*?. De nuevo la pobre Abby Lee pegó un salto, al escuchar los rechinidos de las llantas de un auto, no cualquier auto, un Tesla de última generación, aquel auto casi la golpea, pero el conductor parecía ser muy bueno, pues logró esquivarla por una fracción de segundo, aquel auto se detuvo en seco y casi de inmediato bajó de el un elegante hombre, alto y de silueta perfecta, de traje impecable y de rasgos muy encantadores, Abby lo podía ver inclusive con la luz tenue que había en ese lugar. Aquel hombre tan impactante corrió hasta donde estaba aquella mujer mal herida, la examinó con rapidez y Abby sintió un escalofrío al ver que ese hombre posaba su mirada en ella, el cielo pareció haberse asustado de la presencia de aquel caballero, pues la lluvia se detuvo de un segundo a otro. Solo hasta entonces Abby pudo ver el enojo en los ojos de aquel hombre, sus ojos estaban rojos por la furia, ella tenía muchas más ganas de correr ahora, pero luego recordó que nada de aquello había sido su culpa, ella solo estaba en el lugar equivocado. Aquel hombre estaba asqueado de ver a esa chica tan pálida, justo hacia una hora, su amada Geraldine Hall le había llamado, diciéndole que una horrible mujer la quería lastimar, después Geraldine simplemente colgó, él tuvo que rastrear su teléfono y llegó hasta este lugar desolado, pero al parecer había llegado tarde, ver a esa mujer ahí de pie, con ese rostro diabólicamente angelical, lo molestaba, ¿Por qué le había echo esto a su amada?, ¿Qué mal le pudo haber echo una inocente mujer?, ¿Por qué le disparó?. Del hermoso Tesla se bajó otro hombre, hombre que se quedó helado al ver a su amiga Abby ahí de pie, daba mucha pena verla en ese estado, con sus labios temblando y escurriendo de agua. Estaba por preguntar ¿Qué hacía ella ahí?, cuando de pronto aquel hombre de aspecto aterrador ordenó: —Deshazte de ella. Aquel hombre, no era otro más que Colton Delavicci, un hombre multimillonario con un imperio empresarial que intimidaría a cualquiera, en pocas palabras, Colton no era cualquier persona. El hombre que acompañaba a Colton, no era otro más que su guardaespaldas, Peter. Peter sabía que si decía que no, Colton sería capaz de hacerlo el mismo, deshacerse de la pobre Abby. —Si señor. Abby estaba atónita, ¿Qué acababa de decir ese hombre?, ¿Quién era él?, ¿Qué estaba pasando?. Su mirada viajó hasta Peter y por un momento se alegró de ver un rostro conocido en toda aquella situación tan descabellada, pero luego escuchó a Peter decir: “Si señor”. ¿Por qué dijo eso?. Peter se acercó a ella y la miró con vergüenza. —Yo no fui, yo… Peter la tomó del brazo y tomó el arma que estaba en el suelo, la llevó a rastras lejos de aquel lugar, Abby gritaba y negaba haber echo algo, pero ella no estaba en la mejor posición. Cuando llegaron lejos, donde unos enormes arboles los cubrían, Peter la sujetó de los hombros y la miró. —Escúchame Abby, tienes que irte lejos, vete, vete y no vuelvas, no conoces a ese hombre, si él te quiere muerta* nada lo hará cambiar de opinión, así que vete ahora. —Peter yo no fui—Aseguró Abby mientras temblaba. Peter sabía que Abby no era capaz ni de matar una mosca, Abby era apenas una chica de 18 años, tan joven y tan dulce como un ángel, era una chica servicial y de enorme corazón, tan ingenua que daba ternura y todos los que la rodeaban quedaban enamorados de su alma y de su belleza sin igual, Peter no sabía que había ocurrido, pero fuera lo que fuera, la pobre chica tenía que irse muy lejos. —Vete ya. Abby asintió y se echó a correr tan rápido como pudo, no volteó a atrás ni una sola vez. Mientras tanto Colton sujetaba a Geraldine en brazos, su angustia era mucha, necesitaba llevarla a un hospital, estaba viva, pero su pulso era demasiado débil. Se apresuró a subirla al auto y luego Peter llegó corriendo. —¿Hiciste lo que te pedí?. —Si señor—Afirmó Peter. —Vamos al hospital ahora. Al llegar al hospital, Geraldine fue internada de emergencia, después de un largo rato, un cirujano salió y le dio una terrible noticia, Geraldine no iba a poder caminar, aunque aquel cirujano dejó una pequeña esperanza. —Tal vez con rehabilitación.