TORMENTA

Era una noche, una muy poco común para ser exactos, esta noche a diferencias de otras venia con una enorme luna llena, el cielo brillaba con un gran resplandor como ninguna otra noche que se había podido ver en la larga y en la corta vida de varios seres sobrenaturales, desde la ventana de una habitación cerca de la cama una niña admiraba el brillo del bosque, incluso ella estaba segura que ese momento era un regalo del mundo solamente para sí misma. Mi regalo, el maravilloso regalo que el cielo me ha enviado, que tan afortunada puedo ser. ¡Qué maravilloso! Lo que daría por que estuvieras aquí conmigo, que juntas festejáramos mi cumpleaños, lo que daría por verte sonreír, por finalmente poder conocerte. La pequeña Alba llena de ilusión miraba al dulce cielo azul, agradeciendo el regalo que este le había concedido ver, para este entonces la niña no estaba preparada para saber que esta sería la ultima vez que podría ver el bosque abierto junto a cada uno de los animales que caminaban en el en completa libertad, ciertamente Alba no estaba lista para decirle adiós a todo lo que conocía hasta en ese momento. Bajo el brillo de la hermosa noche se unió la lluvia, Alba desde su habitación estaba segura de haber escuchado a un hada cantar, con toda la curiosidad que alguien de su edad podría tener la joven dama se deslizo de la cama deshaciéndose de su cobija, a pasos silenciosos se acercó a la puerta y la abrió sin hacer un ruido, mientras recorría los pasillos de la inmensa casa se vio detenida tras escucharlos, de la habitación de su abuelo tres voces resonaban en un tono algo alto, fue demasiado fácil el reconocerlos, uno de los que hablaban era su abuelo, el otro era Leo, quien era su mejor y único amigo, y la tercera de las voces pertenecía a una persona que en su vida había escuchado o visto, lo que le resulto en un tanto extraño puesto que su abuelo nunca traía a nadie a su casa. Durante todos los años que estuvieron en esa cabaña, los extraños nunca llegaron, el abuelo había dicho que el silencio era la clave fundamental para un vampiro cuando llega a la mayoría de edad, debido a esto el aislamiento en ese lugar lejano, no le resulto nada distinto, además el abuelo y Leo siempre estaban para ella. Sin embargo, tras haber escuchado su nombre se tuvo que detener, el que ellos la nombraran llamo su atención, se acercó a la puerta para poder escuchar con más claridad lo que en el interior estaban hablando. —Es hoy o nunca—esas fueron las palabras exactas que comento el abuelo en un tono algo elevado, realmente Alba nunca lo había escuchado hablar en voz alta, la pequeña desde exterior de la habitación tenia un rostro que mostraba confusión, cuando pensó que podría ser por su cumpleaños, la ilusión se rompió tras las siguientes palabras del mayor—Alba pronto se convertirá en un problema, es tan solo cuestión de horas para eso, mañana por la tarde, en el momento en que el sol se oponga será demasiado tarde para que podamos hacer algo. Dichas palabras la dejaron mas confundida, con curiosidad pego su oído a la puerta, quería saber a qué se referían, pronto en el interior pudo escucharlo—Per.. —con claridad lo reconoció, era Leo el que había comenzado a hablar, sin embargo, sus palabras no continuaron, el silencio reino tan pronto como había iniciado a hablar. Desde su sitio sin moverse Alba presto mucha atención, con su cuerpo un poco tembloroso se forzó a guardar silencio y a seguir escuchando a escondidas, pese a cuando sus manos estaban nerviosas y su respiración era algo agitada, se esforzó en contenerlas—NO se preocupen, me encargare de todo, un monstruo como ese no puede andar libre por el mundo—aseguro la voz que no había escuchado nunca en su vida, ese hombre era un total desconocido. ¿De qué están hablando? ¿Monstruo? ¿Qué monstruo? ¿Quién es el monstruo? —Usted ya ha hecho demasiado, se ha arriesgado mucho al criar a un monstruo, nosotros nos haremos cargo de ella de ahora en adelante, no hay nada de lo que usted tenga que preocuparse, déjelo en nuestras manos—La seguridad en la voz del varón le hizo temblar, por primera vez en su vida sintió un sentimiento extraño recorrerle la espina dorsal. ¿Monstruo? ¿yo? ¿Están hablando de mí? ¡Tiene que ser un error! Alba siguió escuchando a escondidas detrás de la puerta, negándose a creer que hablaban de ella, podrían haber estado hablando de cualquier cosa menos de ella, su familia era igual a ella, ¿Por qué la llamarían un monstruo? —¿Sigue en su habitación? —pregunto la voz del hombre desconocido, este parecía tener prisa, su tono de voz demostraba lo impaciente que se encontraba el sujeto, seguido de la pregunta en un tono mas amable respondió el abuelo—sí, seguro que se encuentra dormida—sonó muy seguro de sus palabras, Alba no podía creer lo que escuchaba y la siguiente pregunta la dejo mucho más sorprendida de lo que ya lo estaba—¿No le será muy difícil manejarla? Su mente enseguida lo supo, más ella se negó a creerlo. Enseguida de la pregunta del mayor, llego la contestación por parte del desconocido—No se preocupe—nuevamente afirmo el sujeto con una voz demasiado segura, seguido de ello con suma confianza dijo—con estos grilletes le aseguro que jamás podrá atacar a nadie en su vida. ¿Grilletes? ¿Qué es eso? ¿A que se refiere con atacar? ¡no soy un animal! Yo jamás le haría daño a mi familia. Alba desde su lugar tembló levemente mientras retrocedía a paso lento y en silencio, asegurándose de que nadie se percatara de su presencia, en verdad no entendía lo que estaba pasando, ellos eran igual a ella, toda su familia pertenecía a un linaje de vampiros puros, ¿Cómo era posible que ella fuera un monstruo? Más importante ¿el abuelo también pensaba que ella era un peligro? La sensación de miedo le inundo, su cuerpo entero tembló, habían demasiadas cosas que la joven desconocía de su familia pero sobre todo existían cosas que ahora le resultaban demasiado extrañas, a pesar de haber nacido en ese hogar y aun cuando era su nieta, jamás tuvo permitido salir a jugar con los otros vampiros cuando se encontraban en el reino, es más cada uno de ellos la miraba de manera extraña y no eran nada amigables, además un día de la nada el abuelo había mencionado que se mudarían a un lugar mucho más tranquilo para que pudiera crecer y disfrutar, así mismo el mayor le afirmo que todos los vampiros antes de ser mayores de edad y adquirir sus poderes iban al mismo sitio. ¿Abuelo me has mentido? Si dijiste mentiras ¿Por qué lo hiciste? Esta pregunta sucumbió a su mente y no la dejo permanecer tranquila ni siquiera un rato, sus pasos poco a poco fueron alejándose de la puerta, Alba estaba decidida a marcharse, aun si no entendía del todo lo que estaba sucediendo una parte de su cuerpo le advertía del peligro que se acercaba, la situación sonaba peligrosa, además sentía que no era indicado quedarse y esperar una explicación, lo mejor en ese momento y lo más seguro era correr de prisa sin mirar atrás lo que fuera a dejar. Se alejo lo más rápido que pudo de la puerta de la habitación dirigiéndose al puerta principal, en cuando llego a ella la abrió y cerro de manera minuciosa para que nadie pudiera percatarse de que había salido, fue tan cuidadosa que nadie pudo escuchar el chirrido de la puerta oxidada al cerrarse, cuando estuvo en el exterior de la casa se echó a correr lo más rápido que sus piernas se lo permitían al interior del bosque, la lluvia mojo su bata blanca mientras intentaba llegar a cualquier que fuera más seguro que el que ella llamaba “hogar”. … Por otro lado, en cuanto abandonaron el cuarto, el abuelo dirigió al sujeto hacia la habitación donde se encontraba la adorable Alba, esperando encontrarla sumida en un largo sueño, así debía ser como se la encontrara, sin embargo, al abrir la puerta del cuarto descubrió que la cama estaba vacía, el abuelo comenzó a llamarla y al no obtener una respuesta por parte de la pequeña, los tres corrieron al exterior de la casa, al salir lo único que pudieron ver era como la bata blanca de Alba se perdía entre cientos de árboles que habían alrededor. —ALBA—los gritos de Leo eran fuertes, siguió gritando su nombre mientras corría detrás de ella en un intento por detenerla, toda palabra resulto en vano, Alba no pensaba en detenerse por ningún motivo—Vuelve aquí, te vas a lastimar. —grito adentrándose de igual manera al bosque. El abuelo por su parte miro al desconocido y explico—es imposible que valla tan lejos—su voz tenía una seguridad inigualable—hay una malla rodeando toda la propiedad, no puede escapar, si vamos por ese lado seguro la atraparemos—señalo con el dedo el lado contrario del bosque. Tras haber oído al mayor, el hombre a prisa se adentro al bosque por el camino que el viejo señalo, el sujeto estaba dispuesto a atrapar a la niña, no podía dejarla libre, ella por si sola era un peligro para todos, pero sobre todo, era un material sumamente valioso para la investigación que su jefe estaba llevando a cabo, si él regresaba con la dama seria recibido como un héroe, el proyecto podría avanzar sin ningún solo problema y no solamente eso, la cuantiosa recompensa que iba a recibir no se podría comparar con nada en el mundo. … La voz preocupada y agitada de Leo llamándola mientras corría detrás de ella le hizo el replantearse sobre aquello que había oído en la habitación, era cierto que Leo estaba en el interior de la habitación de su abuelo, pero… ¿Y si era una casualidad que él estuviera ahí? ¿Y si él no sabia nada acerca de lo que este quería hacerle y apenas se había enterado de todo, y el abuelo lo había descubierto escuchando, a causa de ello, se vio forzado a entrar al cuarto? ¿Leo también será entregado a ellos? ¿El abuelo también le ha engañado a Leo? El abuelo era el malo Leo nunca le haría daño Leo siempre cuidaba de ella Leo la quería demasiado, nunca haría algo que pudiera causarle daño. El solo pensar que podrían hacerle daño a Leo le hizo disminuir la velocidad a la que iba, permitiendo que él pudiera alcanzarla. De manera decidida menciono—Huyamos, Leo—propuso sin voltear a verlo, solo por las pisadas del chico pudo deducir que él se había detenido a una distancia prudente, como si temiera que, al acercarse, ella volviera a correr lejos suyo, lo cual le pareció demasiado tonto debido a que ella no tenía miedo de él, sino del abuelo que quería dañarla. —¿Por qué dices eso, Alba? —le pregunto su mejor y único amigo, Leo, Alba no podía creer que estuviera preguntando eso, le miro seriamente y muy segura de sí mismo respondió—El abuelo es malo, quiere dejar que nos lleve un extraño, tú también le escuchaste, estabas ahí. Enseguida el joven Leo supo que la pequeña los había escuchado hablar en la habitación, si antes era una sospecha ahora estaba confirmado, hubo un error en lo que Alba entendió, sin embargo, él no planeaba corregirla, era mejor si tan solo malinterpretaba las cosas. Si, escuche algo, pero te equivocas, no va a entregarnos a nadie, es parte del proceso de ser un adulto—mintió deliberadamente el joven acercándose hasta donde estaba ella, Leo quería que volvieran, Alba se negó a pensar que era un error, tomo las manos de Leo entre las suyas y grito—MENTIRA—su voz sonó tan fuerte como sus cuerdas vocales se lo permitieron—Eso es MENTIRA, Leo—volvió a repetir, una vez que termino esta oración tiro de sus manos y comenzó a forzar al niño de correr junto a ella, Alba estaba segura de que podrían escapar. Mientras recorría el bosque, de pronto de su garganta se escapó un—AHHH—un grito doloroso, lamentablemente la joven dama no se había fijado en su camino, preocupada por jalar a Leo no se dio cuenta y termino tropezándose, seguido de caer en un charco de lodo, su bata blanca se empapo de lodo y termino convirtiéndose en color café—AUCH—de sus labios salieron millones de gemidos dolorosos por lo debajo, forzándose a ocultar lo mucho que le dolía.