Alessia – ¡¡Mira Fabrizio, qué bombón!! (Gritó mi amiga levantando como para saludar al hijo del dueño de mi Universidad como si le conociera de toda la vida, cuando este pasó por el borde de nuestra grada, que por algún motivo, también era VIP).
Fabrizio era un empresario napolitano muy conocido en el ambiente por vivir de juerga con su abogado y amigo Carlo Colombo, quien estaba junto a él en esos momentos. Para explicarme mejor, son el tipo de personas acostumbradas a salir cada sábado en las revistas, en algún lugar con una modelito nueva y repetir el fin de semana siguiente pero cambiando de acompañante, sin importarles si tenían pareja o no y además, desparramando muchísima arrogancia por donde iban. Y belleza, claro, porque una cosa no quita la otra. Ambos son muy lindos.
Leti – ¡¡Shhh!! (Grité muerta de la vergüenza y tapando mi rostro)
Alessia – Ay, ¿qué? ¡¡No vienes a trabajar así que no me puedes reprimir!!
Leti – ¡¡Cállate, mujer!! (Riendo) Mira si algún día me contratan de esa empresa y se acuerdan de tu… (Interrumpiéndome)
Alessia – ¡¡Ahhhh!! ¡¡Ha mirado!! (Al percatarse de que el napolitano levantó la vista al encontrar asiento, y dirigió su mirada hacia nosotras)
Leti – ¡¡Por dios!! ¡¡Qué vergüenza!! (Tapando mi rostro). Grita cuando haya gente, no cuando estamos solas, ¡¡loca!!
Alessia – Pero si la gracia es que nos vea, ¿o no? ¿Me vas a decir que no es hermoso?? (Sin quitarle la vista de encima)
Leti – Si te lo digo…
Alessia – Vamoooosss… si se parece a…
Leti – ¡¡Que no lo nombres te dije!! (Algo enojada por la insistencia)
Alessia – Ok, ok, pero el que no puedo nombrar tenía cierto parecido con Fabrizio y este encima… Ayyy…. ¡¡Está pero buenísimo!!
Leti – Jaja… lo que tiene de bueno lo tiene de idio… ta
Alessia – ¡¡Oyeee!! ¿¿Por qué dices eso?? No le conoces, ¿eh?
Leti – ¡¡Ni que lo necesitara para saberlo!! ¿Y tú por qué lo defiendes? Y por cierto… ¿por qué has comprado entradas VIP? No podré pagarte esto…
La discusión siguió, conmigo roja como un tomate, pero no obtuve respuestas a mis preguntas. Comenzaba a arrepentirme de haber ido con ella, pero en fin. Estaba ahí que era lo único que me importaba.
El show fue una completa maravilla. Fue la primera que en los últimos diez años, pude gritar desmesuradamente cada canción, pues siempre que había ido a conciertos en esta clase de lugares iba con gente del trabajo y me daba cierta vergüenza. Esta vez, no me conocía nadie, así que me sentí completamente libre de dar rienda suelta a todo lo que tenía contenido dentro de mí, que créanme, ¡era mucho!
Al terminar el show me quedé parada allí de nuevo. Disfrutando al máximo de cosas tan básicas como la salida de las personas, viendo como las luces comenzaban a apagarse… y nos fuimos al metro de Termini…
Alessia – Jooo… der. ¡¡Está muy lleno!!
Leti – Esperemos… oye… (Mirándola) ¡¡Gracias!! (Abrazándola)… ¡¡De verdad que ha sido el día más feliz de mi vida!!
Alessia – ¿¿En serio?? (Sorprendida) ¿Aunque te haga pasar vergüenza?
Leti – ¡¡Aunque me hagas pasar vergüenza!! (Resignada)
Alessia – ¡¡Genial!! Porque... (Con cara de pilla)… ¡¡Tengo una idea, vamos!! (Tomándome del brazo)
Leti – ¡¡Ay no!! ¿A dónde me llevas? (tratando de no caer al subir entre la gente por las escaleras del metro)
Alessia – Iremos a La Terrazza dell’ Eden, donde suele cenar la familia Ricci, quizás pillemos a alguien hoy.
Leti – ¿¿Estás loca?? (parándola en seco al ver que íbamos en dirección a la Piazza della Repubblica)
Alessia – ¡¡Vamos, porfa!! Hazme el favor… (Parándose frente a mí, casi suplicándome con un rostro de pollo mojado)…
Leti – Amiga, dime algo… ¿no crees que debes contarme algo? (arqueando las cejas)
Alessia – Por… ¿por qué lo dices? (algo asustada y mirando hacia el Teatro, aun encendido, que brillaba a dos cuadras de nuestra posición)
Leti – Entradas a un sector de privilegio para el concierto, ahora quieres ir a ese lugar….
Alessia – Ok… si… (Miró al suelo)… hace unos meses conocí un chico, ¿vale? Un chico del Estudio de los Ricci…
Leti – ¿¿Fabrizio?? (Sorprendida)
Alessia – ¿¿Cómo crees?? (Riendo)
Leti – No se… le gritaste “bombón” con tanta confianza…
Alessia – Noo… (Sonrojada)… el tío está buenísimo, pero el que se ha robado mis pensamientos es otro… y me tiene loquita… es solo que me hago la difícil… ya sabes…
Leti – ¿Quién es? ¿Por qué no me has contado?
Alessia – Porque…. Tiene mala fama con las mujeres… y no quiero que le sea tan fácil…
Leti – Ajá…
Alessia – Y bueno, ¡¡que tenga celos de Fabrizio!! Jaja ¡¡A ver si así le sigo pareciendo interesante!! Jaja al fin y al cabo tantas gritan por él, ¡¡qué más da!
Leti – Aun no me dices quien es….
Alessia – Pues… (Nerviosa, y mirando que nadie estuviera cerca)… Carlo… (Sonrojada y susurrando)
Leti – ¿Qué Carlo?
Alessia – Co… lombo… (Mirando al suelo)
Leti – ¿¿¿Queeeeeee??? (Grité sin poder creerlo)
Alessia – ¡Shhhhhhhhhhhhh! (tapándome la boca)
Leti – ¿Estás loca?
Alessia – ¿Ves? ¡¡Por eso no te había contado!! (Sonrojada)
Leti – Ok… vamos, y de camino me cuentas. Te debo el favor, ¿¿no?? (Apretando su mejilla)
Alessia – ¡¡Gracias!!! (Abrazándome). ¡¡Por aquí!! (Y me llevó casi volando hacia la Via Torino)
En el camino me contó cómo habían ido a una disco con las chicas de la Universidad y de pronto lo vio a él… Carlo estaba ahí, bebiendo con sus amigos, y se fijó en ella. Le dio su número, pero ella nunca lo llamó por temor a que le pasara lo mismo que a las demás. Al tío nunca le dura una novia más de un mes. El caso es que un día fue a comer al lugar donde ahora quería llevarme y el mozo le trajo una servilleta…
“Tengo los medios para averiguar tu móvil. Siempre logro lo que me propongo… así que… ¿Me lo das por las buenas?”, decía la nota que venía con el jugo de naranja. Pero ella no hizo caso. Al voltear y verlo, continuó pensando lo mismo.
Pero era muy cierto lo que decía el abogado, y según le confesó después, tras verla sentada en otra ocasión y prestarle atención a la tarjeta de identificación de la Universidad propiedad de su jefe que Alessia llevaba colgada en su chaqueta, le pidió a alguien del departamento de estudiantes que le hiciera el favor de darle su teléfono.
Leti – ¿¿Está loco??
Alessia – ¿¿Que no se nota?
Leti – ¿Y entonces?
Alessia – Bueno, pues… por cansancio me convenció…
Leti – ¿Es el chico que te llevó al pic nic en Villa Borghese? (asombrada)
Alessia – Si… (Sonrojada). Es muy dulce… ¡¡no es como lo pintan por ahí tú y tus colegas de ese mundillo empresarial!! (Haciendo muecas)
Leti – Jaja… ¡¡qué tonta eres!!
Alessia – Pero en fin, no le conté a nadie porque todos dicen lo mismo de él. Igual de Fabrizio, por eso te decía que…
Leti – ¡¡Ya basta!! De Colombo te lo creo pero del otro… es un patán, ¡¡un chulo de primera!!
Alessia – jaja… ¡¡tu le tienes rabia porque se parece al que no nombras!!
Leti – ¡¡Alesssiaaaaaaaaaaaa!! Dime que más pasó y ya…
Alessia – Jaja… ¡¡cómo cambias de tema cuando te conviene!! (Sonrió). En fin… salimos unas cuantas veces, pero nada más. Él dice que quiere ver primero como nos llevamos y eso y bueno, le comenté que tu llegabas y que iba a comprar entradas para el Teatro y mandó cambiarlas por las VIP, dice que para tenerme cerca, pero nada… nadie lo sabe… (Mirando al suelo)
Leti – Osea que nada… ¿ni un beso?
Alessia – Nada… lo intentó pero me negué… le digo que no me gusta, por eso le hago bromas con Fabrizio. Si se cansa de mi…pues… será que no vale la pena…
Leti – Ale… (Suspiré y la tomé de la mano). Si le quieres… disfruta de lo que tienes, no hagas eso… mira como terminé yo…
Alessia – Pero ya te dije que valió la pena, ¡¡¡mira donde estamos!!! (Feliz y tomándome de los brazos). ¡¡¡CUIDADO!!! (Gritó de repente…)