Cinco días después Cualquiera diría que dos semanas en un bungaló en medio del mar podría llegar a ser muy aburrido, incluso yo pensaba que sería así, pero, una vez más me equivoque. Él se las ingenia cada día para que nuestra luna de miel sea una fiesta y la rutina no sea algo que podamos conocer y hoy no es la excepción. Esta mañana cuando desperté, me sorprendió mostrándome unas llaves y al preguntarle de que eran, me pidió que no hiciera tantas preguntas y simplemente me pusiera un traje de baño y saliera con él, y es así como termine aquí en el medio del mar en un bote que obviamente no es como el yate que tenemos en casa, pero que no está nada mal para un día de improvisación como este. Disfruto del sol mientras que él se encarga de llevarnos hasta un área donde pueda anclar y me