Me desconozco dejándome llevar de esta manera, pero al mismo tiempo no puedo dejar de besarlo ni impedir que él me bese. No sé si es amor, deseo o qué, pero siento que mi piel quema ante el tacto de la yema de sus dedos que se pasean por mis brazos, por mi espalda y mi cuello. —Pídeme que me detenga antes de que no pueda hacerlo —susurra sobre mis labios. —No quiero que lo hagas —confieso y sonríe. —¿Me deseas? —pregunta enredando sus dedos en mi cabello. Sonrió sobre sus labios. —Ahora me doy cuenta de que sí —confieso y vuelve a sonreír para después besarme con más urgencia. Jamás había probado el sabor de sus besos, ni siquiera en una noche de copas. Para mi Álvaro era un hermano, alguien en el que no debía fijarme porque según yo, era gay. Hoy me doy cuenta de que no solo e