—¡Kai, ábreme la puerta, hablemos! —me grita Álvaro del otro lado de la puerta y yo me siento como cuando me daban esos ataques de pánico después de la muerte de mis padres. Me abrazo a mis piernas sentada en el suelo de espalda a la puerta y me vuelvo a preguntar ¿qué es lo que me sucede? ¿Por qué de repente sentí esas ganas de huir? No me reconozco… yo suelo enfrentar la situación, no huir de ella. —Kai, por favor, hablemos como dos adultos —insiste y sé que tiene razón, que no puedo huir de todo esto. Levanto mi brazo alcanzando el picaporte con mi mano y abro para que entre—. Kai, ¿Qué sucede? ¿Qué haces aquí en el suelo? —me pregunta agachándose frente a mí. Quisiera tener respuesta a su pregunta, quisiera actuar como una mujer normal la cual entiende sus sentimientos, pero no pu