Capítulo #1

706 Words
La suavidad de la almohada era el culpable de que no estuviera despierta, al menos esa era su excusa, la de siempre. El sueño era dulce, la comodidad la invitaba a quedarse todo el día en cama. La pelinegra la observó dormir, había sido enviada por sus padres a despertar a la perezosa. Sin si quiera pensarlo, tiró de la almohada debajo de la cabeza de la chica, ésta despertó al instante por el brusco movimiento. Levantó la cabeza buscando la culpable, cuando pudo enfocar bien su vista, miró mal a su hermana. —Sarah —gruñó frotando sus ojos. —¿Sabes que hora es, dormilona?—la pelinegra su sentó al borde de la cama. —. Domingo por la mañana. La chica frunció el ceño confundida. —No bromees —exclamo parándose de golpe. —. Tenemos que ir a la iglesia, ¿qué hora es? —Buen punto —su hermana la señaló con un dedo. Ella era la menor, pero era más seria que su hermana, ésta era una empalagosa que le gustaba molestar. —¡Eva, Sarah! La voz de su padre las interrumpió. —¡Ya vamos!—exclamó Eva metiéndose corriendo al baño. —Ya tengo lista tu ropa —escuchó hablar a su hermana desde el baño. —. No tenía ganas hoy, y fui la primer en despertar. —¿Pasó algo con Lucas?—preguntó mientras se bañaba. —Quiere vivir cerca de sus padres, y yo no quiero eso, es que si voy a dejar la casa de mis padres, no iré a vivir cerca de las de su padre. —Opino que deben de llegar a un acuerdo. —Está molesto conmigo, pero la molesta soy yo en realidad, le dije que aún estábamos a tiempo de romper el compromiso. Eva no supo que decir por un momento, no era buena en dar consejos cuando se trataba de una relación amorosa. En lo que si era buena, era escuchando a los demás. —Bueno, eso no está nada bien, que sea la voluntad de Dios. Salió del baño, y se vistió apresurada, recogió su melena castaña en una coleta alta, dejó varios flequillos en frente, usó un poco de labial y ya estaba lista. —No entiendo cómo te pones bonita tan rápido —dijo su hermana mirándola. —Lo mismo me dijo Esther —le contestó con una sonrisa. Tomó su cartera junto con su biblia. —. Vamos. Salieron de la habitación, y notaron que sus padres ya se habían ido. —Dime que no es la tercera vez —pidió golpeando su frente. —Es la segunda por suerte, hay que tratar de que no llegue la tercera, no quiero despertar a las seis de la mañana —Sarah se colocó frente al espejo de la sala y empezó a retocar su maquillaje. —Vámonos Sarah —Eva tomó las llaves sobre el sofá. —. Estás hermosa cono siempre, eres la más linda de la familia —la tomó del brazo. —. Llegaremos tarde para el estudio bíblico, no quiero quedarme en blanco cuando pregunten. —Eres la mejor de los jóvenes —le dijo su hermana mientras se arreglaba el mechón que se había dejado de lado. —No por eso me descuidaré, hay que escudriñar muy bien la biblia para no dejarse engañar —empezaron a avanzar hacia la salida. —Y ayunar para que te llegue el idóneo —río Sarah extendiéndole su mano para que le pasara las llaves y cerrar la puerta. —Sé que conseguiré a alguien que me ame mucho —dijo mientras avanzaba hacia la salida, como sus padres la habían dejado, debían irse a pie. Sarah la alcanzó y la tomó de la mano para encaminarse a la par. —Pero debes recordar que nadie te amará más que Dios, no debes creerle a cualquiera que diga que te ama, los demonios se disfrazan de ángeles —le advirtió su hermana. Siempre se lo decía, Eva era muy confiada con las personas. —Tal vez, yo sé que será alguien muy especial —miró a su hermana mayor con amor. —Eso espero —Sarah sonrió de labios sellados.

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