Estoy muy pero muy nerviosa, el día ha llegado y observo como uno a uno de mis compañeros hombres pasan a la subasta, camino de un lado a otro esperando mi turno.
Me observo y noto lo bonita que estoy, el vestido que queda perfecto, me maquille a juego con el vestido, me deje el cabello suelto luciendo unas bellas y delicadas ondas.
- Aun puedes cambiar de opinión – escucho la voz de Nastia, me vuelvo a verla y noto las lágrimas en sus ojos.
- Sabes que no lo hare – respondo y ella se acerca a mí.
- Sabes que eres como una hija para mí – viene hasta mí y me abraza – te quiero muchísimo
- Y yo a ti – respondo devolviéndole el abrazo.
- Quiero darte algo – me dice separándose de mí y me extiende una caja mediaba de terciopelo. Al abrirla me encuentro con un bello collar del cual cuelga un hermoso dije en forma de mariposa de color n***o y bordeada de diamantes. – vuela mi niña y disfruta de tu nueva vida.
- Gracias Nastia – digo y la abrazo de nuevo.
Cuando nos separamos me ayuda a ponerme el collar y es cuando nos damos cuenta de que solo quedamos Eleni y yo.
- Voy a extrañarte - me dice en el momento en que pasa Eleni y mis nervios aumentan. – es hora – me dice tomándome de la mano, escuchamos la puerta abrirse y Rodion la mano derecha de Dimitri entrar.
- Es hora Nat – me dice observándome.
- Gracias por todo Nastia – le digo abrazándola
- Te quiero muchísimo – me separo se ella y camino hasta la puerta donde me espera Rodion.
- Suerte Nat – me dice mientras caminamos hasta el escenario donde se encuentros Dimitri junto a un atril. Observo al frente y veo a los clientes observándome lo que hace que me ponga más nerviosa.
- Y por último nuestro más valioso elemento – dice Dimitri cuando llego hasta el – podemos comenzar con…
- Diez millones de euros – escucho la voz del señor Hecker interrumpir a Dimitri.
- Veinte – veo al señor Bianco
- Cincuenta millones de euros – dice y se escucha una exclamación de asombro.
- Alguien da más – pregunta Dimitri poniéndome más nerviosa – a la una, a las dos… - dice mirando a los clientes – a las tres, ¡VENDIDA! Al señor Hecker – luego que lo dice viene a abrazarme. – que se cumpla todo lo que has deseado.
- Gracias – le digo separándome de él, veo que el señor Hecker se encuentra justo detrás de Dimitri.
- Hora de irnos – dice y yo respiro profundamente.
- Déjeme ir por mis cosas - pido
- No es necesario – vuelve a decir y toma mi mano, comenzamos a caminar hacia la salida de la academia.
Cuando llegamos a la entrada un auto nos espera, el me ayuda a subir y luego sube él e instantes después nos ponemos en marcha, me encuentro muy nerviosa no sé qué me espera cuando lleguemos a Francia, pero antes de irme de Moscú decido pedirle algo al señor Hecker.
- ¿Puedo pedirle algo? – le pregunto y el observa.
- Dime
- Podemos hacer una parada en la plaza roja – digo y el asiente, el chofer cambia de rumbo y varios minutos después estamos frente a la plaza roja.
Sin pensar en las consecuencias me salgo del auto rápidamente y corro lo que más puedo hasta estar frente a la catedral.
Es mi lugar favorito en toda la cuidad y aunque la última vez que estuve tan cerca fue el día que Dimitri me recogió, en la academia me subía al techo y desde allí solo podía observar la parte superior, pero eso era más que suficiente para mí. De repente siento como algo cálido es colocado en mis hombros y al instante un exquisito aroma me envuelve.
- Por poco te disparo – escucho la voz de Dominic a mi lado.
- Lo siento señor – le digo observando aun la catedral, como es de madrugada el lugar se encuentra completamente solo a excepción de nosotros.
- Debemos irnos – me dice y yo asiento con la cabeza mientras comenzamos a caminar hacia el auto.
Cuando llegamos al aeropuerto el auto nos lleva hasta una pista privada en la que nos espera un jet privado, el señor Hecker me ayuda a subir y una vez dentro me indica mi lugar para luego sentarse justo frente a mí, uno de sus hombres viene hasta dónde estamos y por su expresión no trae buenas noticias.
- Dominic – dice el hombre y entonces lo recuerdo, es quien lo acompañaba en el gimnasio – ¿podemos hablar? – dice observándome – por cierto, mucho gusto soy Jack Maconel
- Natasha – respondo un tanto nerviosa
- Cierra la puerta – le ordena a Jack quien se da la vuelta para ir a cerrar la puerta, me pongo de pie para irme y que puedan hablar, pero el señor Hecker me detiene. - ¿A dónde vas?
- Darles privacidad – respondo
- Siéntate – me ordena y yo le obedezco ante la mirada incrédula de Jack - ¿Qué pasa Jack?
- Incautaron otro cargamento – le dice y yo decido observar por la ventana, pero no puedo evitar escuchar su conversación.
- ¡¿Qué?!! – grita molesto – este es el tercero en lo que va del año, debemos encontrar al soplón, pero lo haremos cuando lleguemos, ahora quiero descansar – dice, pero su expresión es dura – déjanos solos Jack.
Jack se va al otro lado del avión dejándonos solos. Cuando el avión despega las luces se acentúan dejando el entorno casi a oscuras. Observo a Dominic y lo veo con los ojos cerrados, intento dormir, pero me es imposible, es por eso que cuando el sol comienza a salir iluminando las nubes aún sigo despierta.
Desvió la mirada de la ventanilla al dios griego que duerme plácidamente frente a mí, trabajar para él va a ser muy difícil, pero para esto fui entrenada y debo cumplir con mi deber.
- ¿te gusta lo que ves? – pregunta sin abrir los ojos y yo me pongo nerviosa. - no dormiste nada
- Disculpe señor – digo desviando la mirada de nuevo al cielo.
- Dime Dominic – vuelve a decir abriendo los ojos
- No sería conveniente que yo como su empleada lo trate de esa forma – digo sin apartar la mirada de la ventanilla.
- ¿empleada? – pregunta divertido – tu no vas hacer mi empleada
- Para eso me compro ¿no? – digo volviéndome a verlo.
- No, tú serás mi esposa