Un poco de adrenalina. Regreso a la oficina un par de horas después y me incorporo a mis labores, intento hacerlo, pero mi encuentro con Eva me dejó pensando. Ella no es mi fan, es más que evidente por la forma en que me mira y habla. Su tono despectivo y su sonrisa come mierda me dice mucho. Esta tarde me dejo pensando sobre sus palabras que parecían un claro mensaje. Los recuerdos del día de la boda vienen a mi mente. Salvatore estaba con una mujer esa tarde en esa habitación, de eso no hay duda, pero, ¿Eva? De manera sorprendente, el pensar que sea Eva, la amante de Salvatore me hace sentir enojada. «Yo lo llamaría celos». Susurra mi conciencia mirándome por encima de sus gafas de sol y una sonrisa sabedora. —¿Celosa? ¿Yo? —Resoplo, —por favor, esa palabra no está en mi vocabulario