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Luxurious

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Blurb

Sebastian Dulac es un Millonario respetado, toda su vida a estado rodeado de lujos, él no conoce la necesidad. Él se casa con una joven llamada Samantha, ella es guapa y de buena cuna. Y por algunos años su matrimonio es felicidad, pero después de un tiempo entra en la monotonía, su esposa quiere dejarlo, pero sabe que Sebastian no le dará ni un solo peso si lo deja así como así, por lo que decide contratar a una dama de compañía que lo seduzca y que tome evidencias de un adulterio. Samantha contrata a Blake, Blake es una chica de 25 años, es carismática, espontánea y humilde, ella no ve ningún problema en aquella propuesta de trabajo, hasta que se topa con pared al darse cuenta que Sebastian Dulac es un hombre incorruptible, es intimidante, y un hombre serio, y ninguna mujer ha sido capaz de corromperlo, ni a él, ni a sus principios. ¿Será Blake capaz de conseguir las evidencias que Samantha necesita?, o ¿Terminará enredada en un mundo lleno de lujos, con hombres elegantes en trajes italianos?.

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Capitulo 1.
©Jazmin Flores. 2021 Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito del autor. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual. ▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️ ▪️Besos sabor Champagne▪️ La joven Blake miraba a la elegante mujer que estaba delante de ella y se sentía un poco… curiosa. —Solo para que quede claro… ¿Usted quiere que yo me ligue a su marido?—preguntó ella con el ceño fruncido. —Si, así es—respondió la elegante mujer, no parecía que estuviera bromeando. Una sonrisa se formó en el rostro de Blake, esta era la primera vez que le pedían algo como eso, era la primera vez que una esposa le pedía que se metiera con su marido. —Puedo preguntar… ¿Por qué?. —Quiero divorciarme de él, pero necesito pruebas de una infidelidad, para llevar a la Corte y agilizar el proceso de… —Ya entiendo — interrumpió Blake. —Puedo hacerlo… pero le costará más. —¿Cuánto?. —Diez mil dólares. —Está bien, te haré un cheque y… —Sin cheques, quiero efectivo— dijo Blake. —Esta bien, te daré cinco mil ahora y lo demás cuando me entregues las pruebas. —No, págueme todo cuando yo le de las pruebas que necesita. —Muy bien. —Excelente, ahora dígame todo sobre él —pidió Blake y sonrió. ………… —¿Y quién es el tipo? —preguntó Gigi con el ceño fruncido y mientras trataba de tomar un poco de pollo con un tenedor. —Es un Millonario, bueno eso fue lo que me dijo la esposa. —Pero ¿Por que quiere que te metas con él?. —Pues…quiere divorciarse, y al parecer quiere quitarle dinero, demandarlo por adulterio según me dijo. —Que loca. —Me dijo que es un hombre muy… cuadrado, no entiendo, tienen a un hombre fiel y no lo quieren, tienen a un infiel y andan llorando por él, por eso prefiero la soltería, las relaciones sentimentales son tan… complicadas. —Hay mujeres raras, y… ¿Cómo es?. Blake alzó los hombros. —No tengo ni idea… dejame ver— dijo y sacó su teléfono, tecleo su nombre y de inmediato le apareció una foto del hombre en cuestión. —¡Hay carajo!... Es un papacito, mira — dijo y le enseñó la pantalla a su amiga. Gigi abrió los ojos y tomó el teléfono. —¿Es él?. —Si. —¿Por qué una mujer querría dejar a esta ricura?... Aquí dice que es dueño de Tacoma…¿No es la empresa de autos y de motos?. —Si, él es el dueño. —Guapo, forrado de dinero, ¿Qué le ocurre a esa mujer?, apuesto a qué este hombre da besos con sabor a champagne. —Tal vez encontró a alguien más, la esposa era muy guapa, no lo sé. —No dudo de ti, ni nada, pero…¿En serio crees que te lo puedas ligar y llevarlo a la cama?. —Si, una semana y será mío— afirmó la confiada Blake. —Pues buena suerte. Blake tomó su teléfono y miró al hombre de aquella fotografía, si algo sabía bien, era que un hombre no puede resistirse a una mujer, no importa que tan fiel se crea o sea, todos caen tarde que temprano. [—Mi esposo contratará a una nueva secretaria, yo me aseguraré de que te contrate a ti, así estarás cerca de él y podrás hacer tu trabajo, va a un gimnasio cerca de casa por las mañanas, los domingos va a un club deportivo, de ahí en fuera no sale mucho—]. Blake era una chica de 25 años, trabajaba como dama de compañía, había trabajado en eso desde que tenía 18 años de edad, jamás se involucraba con sus clientes de manera sentimental. Y aunque había clientes que se lo pedían ella se rehusaba, no lo consideraba algo… ético. Tenía más trabajos, trabajaba medio tiempo por las noches en un bar, y también trabajaba medio tiempo por las tardes en una cafetería, su sueño era poder poner una pastelería, así que se esforzaba mucho para poder lograrlo, su familia siempre fue de clase media, su madre se había divorciado cuando ella era niña y trabajaba en un hotel, haciendo la limpieza de las habitaciones, mientras que su padre trabajaba como guardia de seguridad en un centro comercial. Ella se fue a vivir sola a la edad de 17 años, era independiente y prefería su soledad que ver a sus padres discutir por cosas absurdas. Blake siempre fue una chica trabajadora y espontánea, le gustaba vivir la vida como si no hubiera un mañana, pero tenía los pies en la tierra y tenía metas a futuro. Quería dedicarse a lo que más amaba, la repostería y poder vivir de eso. Lanzó un suspiro al verse en el espejo de su habitación y sólo se metió a la ducha, compartía departamento con Gigi, su mejor amiga de casi toda la vida, era mejor así, pues pagaba menos renta. Salió de la ducha y se puso una falda de tubo que le llegaba hasta las rodillas, se puso una camisa blanca de vestir y se sujetó el cabello en un chongo, se puso un maquillaje delicado y luego fue por la bolsa de papel que estaba en su buró. [—A mi esposo le gusta este perfume, úsalo… ]. Se rocío un poco del perfume que le dio aquella mujer y salió de su habitación. Gigi la miró y chifló mientras la examinaba. —¡Vaya!, pareces toda una ejecutiva. —¿De verdad?. —Si, casi no pareces pobre. Blake le sacó la lengua a su amiga y fue a ponerse sus tacones. —Me voy. —Esta bien, cuídate y no te metas en líos — dijo Gigi mientras le lanzaba un yogurt de fresa. —Claro. La chica se puso sus audífonos y se apresuró a ir hasta la parada de autobus. Era la hora pico, así que parecía una sardina dentro de aquel transporte público. Cuando llegó a su destino respiró hondo y se acomodó el traje. Caminó una cuadra y por fin llegó a Tacoma. Tacoma era una empresa grande, fabricaban autos y motos, cuando Blake llegó a la entrada cuidada por dos guardias sonrió y dio los buenos días. —Tengo una entrevista de trabajo. —¿Cuál es tu nombre?. —Blake Hudson. El guardia que estaba en la caseta de seguridad marcó un número y esperó. Unos instantes después la puerta se abrió y dejaron entrar a la chica. —Sigue derecho— le indicó el guardia y le dio un vistazo rápido al trasero de Blake. Ella obedeció y caminó hasta la entrada de aquella empresa. Llegó a una puerta de cristal y entró con cautela, dentro estaba la recepción del lugar, una mujer sonrió y la saludó. —¿Eres Blake Hudson?. —Si. —Toma uno de estos, en un momento vendrá alguien de recursos humanos. —Gracias— dijo Blake y tomó un gafete que decía ‘visitante’. Se sentó en una silla y esperó con paciencia hasta que un hombre en traje gris llegó. —Señorita Hudson. Blake se puso de pie y sonrió. —Buenos días. —Buenos días, por favor acompáñame a mi oficina. La chica siguió a aquel hombre. caminaron por un pasillo de blancos azulejos, hasta que llegaron a una sección de oficinas. Entraron a una de ellas y aquel hombre tomó asiento detrás de un escritorio. Blake sólo se quedó ahí de pie como niña buena y sonrió cuando aquel hombre sonrió para ella. —Por favor toma asiento. —Gracias— dijo la joven y se sentó en una silla. —La señora Samantha me habló de ti, dijo que vendrías y bueno…me dijo que te diera el puesto de secretaria… pero eso sería muy poco profesional.. Así que dime ¿Qué podemos hacer?. Blake miró al hombre el cual se aflojaba la corbata y sonrió incrédula. —Oh, ¿Quiere que se la chupe?. Aquel hombre tosió un poco y la miró con cierto morbo. —Que directa eres… pues, yo solo quiero ayudarte, si tu me ayudas, yo te ayudo. Blake asintió y se puso de pie. —Claro déjeme ayudarle— dijo ella y caminó hasta ese hombre, sujetó su corbata y acarició su barbilla, de pronto tiró de ella y empezó a ahorcarlo con la misma, —¿Qué crees que soy infeliz?, voy hablarle a la señora Samantha y decirle que eres un cabron y que no me diste el empleo, apuesto que eso le va encantar— amenazó Blake y soltó al hombre que empezaba a ponerse rojo. Aquel hombre respiró con fuerza y se acomodó en su silla. —Solo tenías que decir que no querías y ya, no es para que te pusieras así. —Eres un enfermo. El pobre sujeto se recompuso y se aclaró la garganta. —Mi nombre es Bryan. —No me importa tu nombre, ¿Me darás el empleo si o no?. —Él empleo ya es tuyo, desde hoy serás la secretaria del señor Sebastian Dulac.

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