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Endúlzame el corazón

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Blurb

Después de diez años de duro trabajo Cherry por fin a logrado cumplir el sueño de su vida. Tener su su propia pastelería y llamarla Cherry Sweets. Los clientes amaban sus creaciones y de un momento a otro se volvió un éxito en su comunidad. Sin embargo, sentía que algo faltaba en su vida. Hasta que un pastel indecente, un hombre malhumorado y una amiga con resaca cambiaron su vida para siempre.

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Capítulo 1
Cherry suspiró feliz después de atender a su último cliente del día. Había sido una semana agotadora, no dejaban de llover pedidos y el local estaba comenzando a sentirse apretado entre tantas personas. Tuvo que contratar a dos pasteleras más porque no daba a basto con todo y con lo bien que iba el negocio podía permitírselo. Sin embargo, cuando abrió la pastelería solo eran tres empleados y aunque estaban algo ajustado, podían moverse con facilidad. Pero ahora con seis personas, siete con ella, el local se sentía como una caja de fósforos.  Debía buscar un lugar más amplio si el negocio seguía viento en popa. Jamás imaginó que sus pasteles y dulces fueran tan exitosos. Las personas hacían cola durante horas para poder comprar uno de sus productos o realizan pedidos personalizados. Era increíble y no podía estar más contenta por ello. De verdad, pero había algo que le molestaba de tener tanto reconocimiento. Poco tiempo.  Ya no podía salir con sus amigas como antes o ver a su familia todos los fines de semana. Un gran éxito requiere muchas horas de trabajo y ya iban a cumplirse dos años desde la apretura de la pastelería. Pensó en delegar un poco de trabajo pero nadie podría realizar sus creaciones como ella.  -Cherry. -Escuchó.  Su amiga Luna, quién apoyó su negocio desde el inicio y se convirtió en socia se acercó con una montaña de órdenes.  -No me digas que eso es para mañana por favor. - Dijo Cherry.  -Lo es. -Contestó su amiga.  -Podré dormir solo dos horas otra vez. -Suspiró Cherry.  -Anímate, tengo una orden que te va a encantar.  Luna le pasó el papel con una de las órdenes de mañana y Cherry abrió sus ojos encantada al ver que se trataba de un pastel para una despedida de soltera. Y querían algo muy picante. Eran sus pasteles favoritos. Adoraba ver las reacciones de las mujeres al ver su pastel, siempre había gritos, risas y saltos.  -¿De tres pisos? -Preguntó al ver la cantidad de kilos que quería la clienta.  -Si, son cincuenta invitadas. -Les haré el mejor pastel de su vida. Quedarán encantadas. -Siempre lo haces.  Con luna repasaron el resto de pedidos para organizar el trabajo. La mitad del trabajo estaba adelantado, como los pasteles grandes y dulces elaborados, así que en la mayoría solo debían terminar las decoraciones, que aunque puede parecer algo sencillo, es lo que más tiempo lleva.  A las diez de la noche terminaron todo y cerraron la pastelería. Luna tenía una cita con su novio, en su casa, así que después de un beso rápido, subió a su coche y se largó de allí como polvo. Hoy era su aniversario así que estaba emocionada de verlo.  A Cherry por otro lado, solo la esperaba su pug Taquito y una cena fría. Estaba demasiado cansada para ponerse a cocinar. Después de un viaje de veinte minutos llegó a su casa y fue recibida por los ladridos y saltos de Taquito.  Amaba a ese perro. Su hermano la había sorprendido en su último cumpleaños con esta pulga con patas y un disfraz de taco. Le encantó tanto su obsequio que bautizó al perrito como Taquito. Era algo revoltoso y flatulento pero no lo cambiaría por nada.  -Hola bebé. - Se agachó para mimarlo un poco. -¿Extrañaste a mami verdad?¿Si?¿Te portaste bien?  Taquito lamió su cara y ladró emocionado. Soltó un par de pedos y mordió sus dedos.  -Demonios bebé, como apesta.  Cherry se alejó riendo a la cocina para buscar algo de comer. Apenas había abierto la puerta del refrigerador cuando su teléfono comenzó a sonar. Maldijo y miró la hora en su reloj frunciendo el ceño. Era raro recibir llamadas a esa hora. Contestó después del quinto tono.  -¿Hola?  -Cherry... -Su amiga Luna estaba llorando.  -¿Luna que pasa?  -Me estaba engañando amiga. En nuestro aniversario. -Luna comenzó a sollozar desconsoladamente.  Cherry hizo una mueca.  -Que maldito. -Dijo furiosa. -¿Quieres venir a casa?  En este momento seguramente Luna quería beber hasta desmayarse e insultar a todo ser que tenga dos bolas.  -Estoy en camino. -Dijo Luna.  -Te espero con una botella de vodka y helado.  -Te quiero.  Su amiga colgó y Cherry miro a Taquito.  -Menuda noche amigo.  Quince minutos después su amiga llegó llorando como una marrana y llena de mocos. Se abrazaron y Cherry dejó a Luna en la sala mientras iba por el alcohol y el helado de chocolate.  -Cuéntame todo. -Dijo mientras abría la botella.  -Lo odio. Tenía una linda sorpresa por nuestro aniversario. Gasté en una lencería carísima para levantar un poco nuestra relación. Desde hacía un par de meses que estábamos en sequía y, cuando por fin planeo terminar con eso, llego a mi casa para encontrar al hijo de puta entre las piernas abiertas de su "compañera de trabajo". Incluso me había hecho la brasileña. ¿Sabes cuanto duele esa mierda?  -Duele un carajo amiga. -Lo sabía muy bien pensó Cherry recordando su última vez. -Si, hasta eso hice por él. Maldito infeliz. Al parecer lleva engañándome medio año.  -Que bastardo.  -¿Y sabes que es lo peor?  -No, dime.  -Que la maldita era más fea que el bicho Gollum.  Ambas se miran y sueltan una carcajada.  -¿Tanto así? -Preguntó. -Tenía buen cuerpo pero esa cara Cherry, pensé que la había pateado un caballo de chica. Ojos saltones, nariz como gancho y unos dientes de caballo que ni te imaginas.  -¿Te engañó con ese monstruo?¿A ti? De todas las amigas de Cherry, Luna era la más hermosa. Tenía un cabello rubio platinado y una piel tan blanca que era la envida de todo su grupo. Parecía albina. Muchos le dijeron que debía meterse a modelo pero a ella no le interesaba. Y los hombres, bueno, se derretían al verla. Todos quedaban de boca abierta y parpadeaban porque no podían creer la belleza frente a sus ojos.  -A mí. -Replicó Luna indignada.  Entre chupito y chupito ambas se habían bajado la mitad de la botella y estaban algo contentas.  -Deberías vengarte. -Sugirió Cherry.  -Si. -Hipo Luna. -Se merece sufrir.  He sido la mejor novia del mundo y aún así no le bastó. ¿Qué puedo hacer?  -Algo que le duela mucho.  -Mhm, tiene el pito del tamaño de una nuez. -Soltó Luna.  Cherry abrió los ojos y soltó una carcajada.  -Si, tenía que frotarme para venirme porque con esa cosita no sentía nada. -Dice Luna.  -Oh mi Dios. -Enserio, tengo fotos de él desnudo. Me las mandó cuando comenzábamos a salir y nunca las borré.  Luna buscó las imágenes y le mostró el pequeño soldadito de su ex novio.  -¿Cómo encontrabas eso?¿Es microscópico? -Dijo Cherry indignada al ver la imagen. -¿Verdad? Recuerdo que la primera vez quería salir corriendo del susto al ver ese maní.  -No sé como soportaste esa cosa.  -Estaba enamorada. -Su amiga suspiró triste.  -No debes estar mal por ese tipo. Encontrarás a alguien que te ponga en un altar. Ahora debemos pensar en hacerle pasar un mal trago por lo que te hizo. ¿Qué cosas le dan asco o miedo? -Preguntó Cherry.  -Odia a los globos.  -¿Qué?¿Tiene cinco años acaso? No lo puedo creer. -Enserio, los detesta. Les tiene terror.  -Me asombra realmente pero ya sé que podemos hacer.  Planearon el resto de la noche la venganza perfecta y después de la segunda botella de vodka cayeron desmayadas en el sofá.  A las siete de la mañana el despertador de Cherry comenzó a chillar como loco despertando a las borrachinas de su sueño.  -No vuelvo a tomar. -Dijo Luna masajeando su cabeza.  -Todo me da vueltas. -Contestó Cherry.  Aunque estaban con una resaca de mil demonios tenían que ir a la pastelería así que a Cherry no le quedó más remedio que levantarse y prepararse para el trabajo. Arrastrando a su amiga en el proceso.  A las ocho de la mañana llegaron a la pastelería con pies de plomo y lentes de sol negros. Las chicas al verlas comenzaron a gastarles bromas. -Vaya vaya. Noche de desenfreno y mañana de ibuprofeno ¿no? -Dijo Clara, la especialista en pastelería francesa.  -Me siento muy mal. -Contestó Luna.  Ella había bebido media botella de vodka y una botella de tequila entre. Por lo que no podía mantener los ojos abiertos.  -Así no nos sirven de nada. Deberían irse a dormir.  Las chicas asintieron pero Cherry sabía que tenían dos docenas de pedidos para ese día y necesitaban toda la ayuda posible.  -Yo no estoy tan mal. Puedo trabajar.  Acompañó a Luna hasta una silla y la sentó. La pobre cayó sobre el mueble como un saco de papas.  -Si que estas mal. Tal vez debería llevarte a casa. -Comentó Cherry.  -No no, estoy bien. Solo necesito descansar un poco. -Contestó Luna.  Apoyó la cabeza en la mesa frente a ella y suspiró.  -Déjame dormir una horita y estaré como nueva.  Cherry dudó si dejarla en la pastelería era la mejor idea. Pero en el tiempo que se tarda en ir hasta su casa y volver podría terminar dos pedidos. Así que se encogió de hombros y dejó a su amiga durmiendo. Podría vigilarla desde la cocina.  Sin perder tiempo comenzó a decorar los pasteles de ese día. Amelia, la última chica que contrató, trabajaba sin parar. Había sido una gran adquisición para el negocio. La pobre niña acababa de terminar el curso de repostera y como no tenía experiencia nadie quería contratarla. Cherry dudó por un momento también de hacerlo, pero ella le mostró fotos de los pasteles que había realizado, que eran espectaculares, y sin dudarlo un segundo más, la contrató.  Fue la mejor decisión, era muy responsable y trabajadora. A veces sorprendía la rapidez con la que terminaba las cosas.  El paste de despedida era el más importante ese día así que dejó a Amelia terminar el pastel infantil que había comenzado y se puso con el que tanto ansiaba realizar.  Tres horas después había terminado de decorarlo y se alejó admirando el resultado. Sí que era escandaloso. Lo iban a adorar. La clienta quería que la temática fuera un club de strippers por lo que Cherry dividió el pastel en tres pisos. El primero tenía: un montón de mujeres hechas de chocolate para modelar con vestidos ajustados, cuentas, tragos y cotillón, lanzando billetes y disfrutando del momento. El segundo imitaba la pasarela de esos clubs, con bastante brillantina comestible y un par de musculosos desfilando en zungas y, el tercero, tenía un muy pero que muy musculoso hombre de chocolate con el tronco más grande que alguien haya visto en su vida. Cubierto con una pequeña sábana que será la sorpresa de la noche seguro.  Las chicas se acercaron a ver el pastel y empezaron a hacer comentarios subidos de tono.  -Me encantaría sentarme en ese regazo. -Dijo Clara.  -Podría arrancarle el ojo a alguien con esa cosa. -Comentó Amelia.  -Me encantaría morder eso. -Se escuchó desde el frente de la tienda.  Todas miraron hacia allí y vieron a la persona que hizo el comentario. Una mujer mayor, con un traje de oficina, admiraba el pastel de Cherry. Al notar que todos la estaban observando se sonrojó.  -Es que no he visto algo como eso en décadas. -Dijo la mujer.  Todos soltaron una carcajada por su comentario.  -Vamos a guardarlo antes de emocionar a todo la clientela.  Faltaban terminar dos pasteles más así que Cherry dejó que Luna, quién se sentía un poco mejor, pusiera el pastel en una caja y los guardara hasta el momento de entregarlo.  Como rayo terminaron las órdenes. Claudia y Luna se turnaron para atender a los clientes y entregar los pedidos. Finalmente a las tres en punto llegó la clienta del pastel despedida y Cherry emocionada salió a recibirla.  -Vengo por un pastel para una despedida. -Le dijo la clienta.  -Enseguida se lo traigo, va a quedar impactada. -Comentó Cherry.  La clienta aplaudió emocionada y esperó a que trajeran su pastel. Como era algo escandaloso se llevó la caja a un lado para que el resto de la clientela no lo viera. La cliente emocionada levantó la tapa de la caja y se acercó a ver su pastel.  Cherry esperaba que la mujer saltara y aplaudiera, o al menos sonriera, pero solo frunció el ceño.  -¿No le gustó? -Preguntó Cherry.  -Está muy lindo, pero no es mi pastel. -Contestó la clienta.  Cherry miro sobre la caja y abrió los ojos asustada al ver que ese pastel era el diseño infantil que Amelia había decorado.  -Debieron confundir las órdenes. Enseguida traigo el suyo.  Corrió a la cocina y buscó a Luna que estaba embolsando galletitas personalizadas.  -¿Dónde está el pastel de despedida? -Preguntó Cherry.  Luna la miro sin entender.  -Te lo acabas de llevar. -Contestó.  -No, ese pastel es el de trenes. Para el cumpleaños infantil. Confundiste las órdenes, en la otra caja está el pastel de despedida.  -Ay no. -Dijo Luna poniéndose nerviosa. -Ay no. -Repitió.  -¿Qué?  -Ese pastel se lo llevaron hace un par de horas.  -¡¿Qué?! -Gritó Cherry.  -Vinieron a buscarlo y como tenía la orden pegada en la caja supuse que era el pastel infantil. No lo revisé para asegurarme fuera el pastel adecuado.  _¡LUNA!  -Perdón, no lo hice a propósito.  -Tengo a la clienta esperando su pastel. Dame el teléfono de quien se llevó el pastel de despedida.  Ambas corrieron hacia la libreta de pedidos y buscaron el número de teléfono.  -Encárgate de la clienta mientras llamo. Ofrécele un café o lo que quiera con masas mientras espera.  -Ya voy.  Luna salió corriendo y Cherry marcó el número. Esperó hasta que al tercer tono contestaron.  -Diga. -La voz grave del otro lado de la línea la descolocó momentáneamente.  -Eh, si. Le hablo de la pastelería Cherry Sweets. Al parecer hubo una confusión y se llevó un pastel que no era el suyo.  -¿Cómo?  -Si, lo siento muchísimo. Tenemos su pastel aquí, si pudiera darme su dirección le llevaría su pastel y traería el otro.  -Debe ser una broma. - Cherry escuchó un chirrido y una puerta cerrarse.  -¿Señor? -Preguntó ella.  -¿Pero qué es esto? ¡Madre mía! -Dijo el hombre. -¿Qué clase de pastelería son?  Cherry se golpeó la frente con su mano y suspiró.  -Es que ese pastel es para una despedida de soltera.  Hubo silencio del otro lado de la línea por segundos hasta que el hombre carraspeó.  -Le llevaré el pastel enseguida. Por suerte el cumpleaños no comienza hasta dentro de un par de horas. -Dijo el hombre. -Muchísimas gracias. -Contestó Cherry. -De verdad siento mucho el inconveniente. Le daremos un vale de compra por la molestia.  -Esta bien. Espero que el pastel de mi sobrino sea lo que pedí.  Dicho esto el hombre colgó y Cherry suspiró aliviada. Por suerte no traumó a veinte niños, ni horrorizó a sus padres. Corrió a explicarle el problema a la clienta que, por suerte, se lo tomó muy bien cuando le ofrecieron un cincuenta por ciento de descuento en su próxima compra.  Esperaron unos veinte minutos, hasta que escucharon la campana de la puerta. Cherry levantó la vista y se quedó asombrada al ver el espécimen frente a ella. Escuchó un suspiro detrás y la voz de Clara.  -Cambio de opinión, me encantaría sentarme en ese regazo.  -----------------------

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