La calma antes de la tormenta se podría traducir mejor a la incertidumbre de no saber qué pasará. Puedo sentir mi cuerpo relajado completamente mientras sueño con mis hijas, sus rostros y sus sonrisas. No puedo evitar pensar que en este momento me extrañan con locura y yo… tan alejada de ellas. Poco a poco voy sintiendo de nuevo las sábanas debajo de mi, las cobijas que me cumbre, el frío de la habitación. Todo rodeado de un silencio que me aterra y que sé que pronto se terminará. Siento una mano acariciar la parte de atrás de mi cuello. Es suave, muy suave y bastante grande. Su taco comienza a hacer cosquillas que hacen reaccionar mi piel y la erizan. “Hmmm” hago ese sonido entre placer e incomodidad. Me siento pasada, muy pesada, pero no por el calmante que me dio Gael, si no por un

