Cachondo
—No pareces mi amigo. —Decía Mael mientras se ponía una bolsa de guisantes en la parte donde Becky lo había golpeado. Nunca vi venir su golpe hacia mi amigo, pero me sentí bien que al menos alguien lo haya puesto en su lugar.
—Te lo merecías, admítelo. —Respondí —Le rompiste el corazón a Emma y su amiga solo vino a defenderla, es lo correcto. —Me lanzó una mirada enojada. Me encogí de hombros. —Además de qué te quejas. Te lo hizo más fácil, tu conciencia se libró de un peso más, ahora puedes hacer de tu vida un papalote, —me levanté de su sofá.
—Me das clase de moral y tú hiciste lo mismo con Becky ¿O me vas a negar que solo estuviste jugando con ella a la casita? Fuente rindiéndose. Empuñé las manos.
—Es diferente —Sisee. —Yo amo a Becky.
—Lo que tú digas —Terminó. —Por cierto, hay una carrera de autos esta noche.
—No puedo ir —Dije con la mano en la puerta.
—¿Por qué? Es un buen dinero. Se triplicó la apuesta, sabes que son muchas ganancias —sonreí. Sería una gran pérdida para él, pero no para mí. Mael me prestaba su auto para correr, pero yo tenía que darle un 50% de las ganancias, yo me quedaba con el otro 50%. Otro en mi lugar no lo dejaría pasar. Pero tenía que hacer un viaje de negocios, uno donde no podía ir con Jeans y playeras. Sino uno de traje y corbata.
—Tengo un viaje que hacer. —Cerré la puerta detrás de mí. Mientras lo escuchaba gritarme que perdería mucho dinero. Groserías logré escuchar hasta que llegué a mi moto. Volví a usarla después de que Becky me dejó. Ya no la necesita si ella no estaría a mi lado.
Mael no sabía de mis negocios, y no creo que alguna vez le cuente de ellos.