Cuando Inés se despertó al otro día arqueó las cejas al encontrar a su hermano desparramado sobre la cama que debería estar ocupando Martina, además, había un gatito a su lado. Suspiró y rodó los ojos. Estaba segura de que la modelo le había pedido el cambio, tenía pocos días de conocerla, pero sabía que ella era demasiado fina como para dormir en el piso y su hermano era demasiado amable y caballero, claro que le iba a dejar su cama. Aunque claro, la chica no sabía la guerra que había entre Javier y Martina, por lo que veía el lado bueno a la situación. Intentó levantarse sin hacer ruido para no despertarlo, pero sin querer le piso la mano al salir y soltó un insulto por lo bajo cuando su hermano se incorporó con rapidez. —Perdón, hermanito —le dijo haciendo una mueca de disculpas.