Santiago Rude Sobre la mesa se extendía un colosal mapa tridimensional, más una maqueta viviente que un simple dibujo. Las montañas se alzaban con relieves tallados en miniatura, coronadas con nieve artificial que brillaba bajo la luz de las lámparas colgantes. Los bosques eran espesos tapices verdes, y los ríos serpenteaban como cintas de cristal pulido. Cada reino estaba marcado con pequeñas estructuras: castillos en miniatura, torres de vigilancia, murallas diminutas e incluso banderas que ondeaban con un leve movimiento mecánico. El área de las manadas Storm... dominaba el mapa tridimensional, como un coloso dormido. Ocupaba casi la mitad del mapa, extendiéndose en un vasto territorio de relieves ondulantes, praderas interminables y bosques tan densos que parecían absorber la luz. E

