3. Aguantar Las Ganas De Besarte

1221 Words
Al día siguiente: 21 de agosto No he podido dormir en casi toda la noche, he tenido pesadillas con Elían y Verónica. Por un lado, ella me reclamaba el haberme enamorado de su prometido, y por el otro lado Elían me hacía a un lado, me decía que le había mentido, que debí decirle lo que sentía por él desde un principio, y que ya no era conveniente que siguiésemos siendo amigos. Mis pesadillas han sido el claro reflejo de lo que llevo pensando hace un año y la razón especifica por la cual no me he atrevido a declararle mis sentimientos a Elían, no quiero traicionarlos a ninguno de los dos. Sabiendo que todo esto ha sido tan solo un sueño, sacudo los pensamientos de mi cabeza e intento comenzar el día de la mejor manera posible. Debo seguir adelante... [...] Entro a la oficina de Elían, la cual él se ha negado muchísimo en tener ya que prefería que manejáramos todo desde su casa, pero yo por obvias razones prefería que fuera en un sitio neutral y por lo tanto lo convencí de alquilar este lugar. Voy hacia mi escritorio, y la soledad de este sitio me da calma. Al menos no tengo que soportar a mi hermano y sus comentarios sarcásticos… Me siento en mi cómoda silla giratoria, dejo mi bolso a un costado, y me giro hasta mirar la pared con la gran pizarra blanca donde están escritos todos los siguientes compromisos de Elían, los cuales son muchos, y mi mente me juega una muy mala jugada al recordar el primer día que pisamos juntos esta pequeña oficina hace un poco más de nueve meses atrás. "¿Cómo le llamaremos a este sitio?" Me pregunto con muchas dudas mientras miraba a su alrededor "¿Cuartel de estrategias? ¿La oficina de planeación? Me parece ridículo tener que salir de la comodidad de mi casa para venir aquí." Comentaba con algo de frustración. Mordí mis labios intentando no hablar más de la cuenta para no gritarle que cada vez que estaba en su casa solo soñaba con que me besara de camino a su habitación y nos encerráramos allí y no para trabajar precisamente. "Elían eres un actor, casi todos los actores tienen una oficina, o al menos su publicista la tiene." Replique intentando convencerlo de que esto era lo mejor. "Si, si eres Brad Pitt, George Clooney, o Matt Damon y vives en Hollywood, o gran parte de tu carrera se basa allí." Se quejó haciéndome reír. "Ya, no actúes como niño... deja de ser así y acepta que la necesitas." Le hacía entender. Recuerdo perfectamente las muecas que puso y rio involuntariamente al recordarlas —¿Riéndote sola? — Me interrumpe su voz y al darme la vuelta no entiendo que hace aquí. —¿Elían, que haces aquí? Hoy no teníamos reunión ni nada de eso que yo sepa. — Le pregunto confundida mientras lo veo sentarse en la silla al otro lado del escritorio. —No me gusto tu queja anoche... ya sabes, esa de que tú si tienes que trabajar y yo no. — Se explica aguantando las ganas de reírse. —Sabes perfectamente que yo soy así. — Me defiendo mientras me acomodo mejor en la silla. Realmente no lo esperaba aquí. Tenía la esperanza de estar sola y dejar que mi mente se liberara un poco de todo este desorden que me ronda. —Lo sé, lo que no sabía es que te dejaras enredar tan fácilmente por Federico. En los años que llevamos siendo amigos jamás vi que te dejaras besar por un hombre al que has conocido esa misma noche y mira que si te he conocido varios pretendientes. — Me dice y realmente no comprendo su comentario. Lo miro algo confundida —Elían, tu amigo me robo ese beso inspirándose en la canción que sonaba y realmente no me apetecía mucho formar un escándalo en tu fiesta de compromiso. — Respondo sin rodeos y sonríe. —Pues Fede ha quedado encantado contigo, me ha pedido que arregle una cita doble, ya sabes, Vero y yo, y tú y él...— Me explica y solo lo miro sorprendida. —¿Y desde cuando tu juegas a ser cupido? — Pregunto y ríe. —Bueno, en mis algunos eventos a los que he asistido, ha habido pedidos de matrimonio frente a mí, es más, una vez un chico me pidió que le dijera a su novia que él quería casarse con ella, no veo porque no pueda hacer algo con mis mejores amigos. — Explica intentando no reír y lo miro mientras niego. No aguanto esta situación, no me gusta que haga estas cosas —Elían, dile a tu amigo que no pierda el tiempo conmigo. Yo estoy enamorada de alguien más y realmente, aunque no soy correspondida no quiero verte jugando a ser cupido. — Sentencio y es justo en el instante que he terminado de decir todas esas palabras en el que me doy cuenta lo que he hecho. «¡Mierda! ¿Soy imbécil o qué? Muero de vergüenza...» Sin poder soportar la manera tan extraña en la que me mira, me levanto de la silla e intento huir de esta oficina, pero él es más rápido que yo. Me conoce demasiado bien, sabe que cuando algo me incomoda esta es mi reacción y siempre me detiene antes de poder salir del lugar. —¿Qué? ¿Estás enamorada? ¿De quién? — Me pregunta con entusiasmo y niego. —Elían, por favor. No quiero hablar de esto, ¿si? — Le suplico. —¿Por qué no me lo has dicho? Soy tu mejor amigo. — Me reclama. —Elían, si somos mejores amigos, pero eso no quiere decir que te tenga que contar absolutamente todo de mi vida. Ahora por favor, déjame tranquila, ¿sí? — Insisto y su cara no demuestra estar convencido precisamente. —Está bien... pero, si puedo ayudarte con él no dudes en decirme. Quizás puedes invitarlo a la boda. — Sugiere y esto es lo último que me faltaba. —¿Ya tienen fecha? — Pregunto muy confundida y es que sus palabras me han dado a entender que es así. Él asiente —Si, lo hemos decidido anoche, nos casamos el sábado 6 de octubre. — Me dice dejándome helada. —Vaya... eso es pronto. — Es lo único que puedo decirle mientras siento que mi corazón se quiebra en mil pedazos y no sé como estoy conteniendo estas ganas de llorar que tengo. —Lo sé, pero es que queremos comenzar nuestra vida juntos pronto. — Explica. «¿Qué se supone que debo decirle? ¿Elían no te cases, estoy enamorada de ti? ¿Lo siento Elían, soy una idiota que me di cuenta de que te amaba cuando comenzaste a estar con ella? ¿Elían, sueño todas las noches con los besos que no me has dado nunca?» Joder... esto me está matando. Lo tengo enfrente mío y el esfuerzo que estoy haciendo por no besarlo es inhumano. —Me alegro mucho por ustedes dos. — Es lo que decido decir y respiro aliviada cuando mi celular suena dándome la perfecta excusa para alejarme de él ya que sentía que no podía respirar.
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