CAPÍTULO 16.

2263 Words

Salgo de la habitación sin mirar atrás. No es el sonido de la puerta cerrándose detrás de mí lo que sella mi rabia. Es la forma en la que dejé la manija, con los dedos crispados y el pulso, latiéndome en la garganta como si cada latido dijera: idiota, idiota, idiota. No duele. No es dolor lo que me desgarraba por dentro. Es otra cosa. Es una furia seca, sin lágrimas, sin temblores. De esas que se clavan en la boca del estómago y hacen arder la lengua. El tipo de rabia que no se grita, que se muerde. Que se traga con la boca apretada hasta que duele el maxilar. Y el precursor de dicha rabia es Azrael. Mi intención era hacerle pagar lo que hizo esta mañana cuando se fue dejándome caliente, necesitada de contacto, la respiración y el pulso acelerado. Pero entonces, vi la mancha segundos a

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