POV. AZRAEL. Entro al primer club unos veinte minutos después. Una cueva de luces rojas y decadencia, donde el dinero sucio cambia de manos al ritmo de la música y el éxtasis. Entro como siempre. Sin saludar, sin mirar demasiado. Solo uno de los porteros me da un leve asentimiento. Saben quién soy y saben de qué soy capaz. —¿Está todo en orden? —pregunté al gerente, que está reclinado en la barra. —Sí, señor. Doble seguridad desde anoche después de escuchar la noticia y hasta ahora no hay nada raro. Otra vez esa maldita palabra. Raro. Me estaba enfermando. La visita no es larga y vuelvo de nuevo al exterior. Me detengo unos segundos en la acera y miro alrededor. no muy lejos de mi Suv está una camioneta, pero son de los míos y que me están siguiendo. Avanzo hasta la camioneta y reg