CAPÍTULO 26.

2416 Words

El tenedor se hunde lentamente en la pulpa de la fruta, atravesando la rodaja de melón como si eso tuviera algún sentido. Apenas lo sostengo entre los dedos, sin fuerza, como si el acero pesara toneladas. Lo miro brillar bajo la luz que se cuela por los ventanales y, por un momento, me quedo perdida en la transparencia del jugo que tiñe el plato de un naranja pálido. No tengo hambre. No tengo nada. Solo esa sensación de ser una imbécil que me quema como un trozo de carbón encendido y que trato de ignorar, una y otra vez, desde que me desperté en esa cama vacía. El eco de la puerta, cerrándose en mitad de la noche, todavía vibra en mis sienes, como un tambor lejano que me persigue. Cuando lo sentí rendirse bajo mis manos, cuando sus labios buscaron los míos con una urgencia que casi me rom

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