Suelto sus manos y me pongo de pie. —Para mí ha sido un camino muy largo, una lucha constante entre el dolor por la traición y mi amor por ti, mi corazón está demasiado lastimado —confieso. —Lo entiendo, quisiera decirte que el mío no, pero también viví esa lucha y me convertí en un hombre frío —dice—. Te prometo, que de ahora en adelante las cosas van a cambiar, no puedo prometer que sanaré tu corazón, pero sí que intentaré pegar cada pedazo roto haciéndolo latir de nuevo con intensidad. Mi hija y tú, son lo más importante para mí y si tengo que reconquistarte de nuevo, lo haré. —Pero, sin presiones, necesito mi espacio —aclaro. —Así será —promete—. Aunque además de verme todos los días en el trabajo, estoy seguro que ahora me verás más, no me quiero perder más momentos con mi hija.