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La exesposa embarazada del CEO.

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Blurb

En el día del funeral de su abuela, Travis, el esposo de Isabela Montoya, sorprende a todos al anunciar su decisión de divorciarse.

Isabela, quien había renunciado a su carrera para convertirse en la esposa perfecta, se siente devastada al descubrir que la razón de la separación es el regreso de la novia de la infancia de Travis, Katherine Jones.

Justo cuando el dolor parece insuperable, Isabela recibe una noticia aún más impactante: está embarazada de dos meses, y el padre es Travis, ahora, enfrentando una traición y una nueva realidad, Isabela debe reconstruir su vida mientras busca la venganza al padre de sus hijos.

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Prólogo – ¡Quiero el divorcio!
En el amplio salón de una funeraria, Isabela Montoya, una hermosa rubia de veintitrés años, estaba de pie frente al rostro serio e imperturbable de su apuesto esposo, Travis Bryce. Al fondo, los invitados y conocidos paseaban, murmurando entre ellos y compartiendo sus condolencias, pero nada de eso le importaba a Isabela tanto como las palabras que su esposo acababa de decir sin ningún tipo de compasión. —Vamos a divorciarnos — esas palabras, impregnadas con su voz profunda y seria, resonaban en los oídos de Isabela. —¿Qué? —preguntó incrédula, sin querer creer lo que acababa de escuchar. —Dije que vamos a divorciarnos —repitió Travis, sin un atisbo de remordimiento— Tendré los documentos listos en unos días — añadió. Esta vez, escuchando claramente sus palabras, la mujer entendió que su esposo no estaba bromeando con ella, él estaba siendo sincero, en cuanto lo entendió, Isabela sintió que se desmoronó al tiempo en que su cuerpo se llenaba de angustia y su corazón latía desesperadamente con dolor. —¿Qué? ¿Por qué? —preguntó con la mayor calma que pudo, tratando de no perder la compostura y evitar llamar la atención de los invitados en el funeral. —Porque ya no puedo lidiar contigo —respondió él con su rostro inexpresivo y frío, sin una pizca de compasión por su esposa, que estaba pasando por un momento difícil, pues aquel funeral, traía a su memoria la muerte de su propia abuela que habia sido hacia apenas un mes. —¿No puedes lidiar más conmigo? —repitió Isabela lentamente. Isabela sentía que su corazón latía dolorosamente ante sus palabras, tanto que sus ojos comenzaron a picarle a causa del escozor que provocaban las lágrimas. Sin importar que su matrimonio hubiera sido arreglado por su familia y la ahora difunta abuela de Travis, Isabela realmente amaba a Travis, él siempre fue su amor platónico y por eso ella no dudó en llenarlo de amor y compasión una vez que pudo ser su esposa… siempre con la esperanza de que algún día, él podría amarla de la misma manera. Isabela incluso había renunciado a su posición en la empresa de su familia para ser una buena esposa, se distanció de sus amigos para estar a su lado, ¿solo para escuchar esas palabras ahora? —¿Quieres decirme por qué, cariño? — ella reunió el valor para preguntar, aún con los ojos brillando por las lágrimas que los empañaban. Travis hizo una mueca ante el uso del apodo cariñoso, realmente odiaba cuando ella lo llamaba de esa forma, de hecho, en los tres años que llevaban de matrimonio, nunca había disfrutado que lo llamara con tanto afecto, tampoco le gustaba la manera en que ella lo trataba con lo que él consideraba amor y pasión fingidos, ni cómo gemía su nombre en la cama mientras hacían el amor. ¡Cada una de esas cosas lo irritaba! —Eso no es asunto tuyo, lo único que debes saber es que quiero el divorcio —dijo Travis con tono definitivo, concluyendo el tema por el momento y alejándose. Isabela lo observó caminar de regreso para hablar con los invitados y conocidos, sintiendo como si su corazón estuviera a punto de dejar de latir. La muerte de la abuela afectó a muchas personas, y ella sabía que, para Travis, fue lo peor, pues aquella anciana bondadosa fue lo único que él tuvo para aferrarse a su solitaria infancia cuando sus padres estaban ocupados con sus carreras. Ella habia sido, la persona a quien Travis más valoraba en el mundo. Isabela recordó lo consternado que estaba Travis cuando recibieron la triste noticia, algo importante colapsó en su corazón, y ella fue quien lo acompañó para compartir el dolor. Incluso, cuando él se vio atrapado por el colapso de las acciones de su compañía, fue ella quien silenciosamente se encargó de todo para el funeral, cuando él llegaba a casa exhausto, siempre le tenía agua caliente y comida preparada, además, cuando él necesitaba desahogarse, ella accedía a ser su refugio en la cama para aliviar su tristeza. Después de todo este tiempo difícil, Isabela pensó que al menos él sentiría un poco de su amor, que su vínculo se fortalecería, pero no se dio cuenta de que esto sería el comienzo de la ruptura de su matrimonio. Isabela sintió sus ojos arder y picar, a causa de las lágrimas que amenazaban con salir, rápidamente Isabela levantó la cabeza, haciendo todo lo posible para evitar que las lágrimas recorrieran su rostro, pues no podía permitir que se arruinara su maquillaje ni muchos menos llamar la atención de todos. El funeral no había terminado y no quería estropearlo, ella arreglaría sus problemas con Travis, pero no en ese momento. Tragándose su orgullo y su dolor, Isabela parpadeó, conteniendo las lágrimas y recuperando su compostura, manteniendo la cabeza en alto mientras volvía a atender a los invitados. Unas horas después, el funeral finalmente concluyó y Travis e Isabela subieron al asiento trasero de su costoso auto, en cuanto el coche comenzó a moverse, Isabela echó una mirada a su esposo, que tenía el rostro vuelto hacia la ventana, aparentemente con la atención puesta en el paisaje en movimiento. El perfil de su rostro, tan apuesto, la dejó absorta por un momento, ¿Cómo se había enamorado de un hombre tan distante? Él no le expresaba mucha pasión, excepto en la cama, pero, aun así, Isabela estaba satisfecha y nunca había pensado en el divorcio. —Me voy a mudar —dijo Travis, rompiendo el silencio entre ellos, pero aún sin querer mirarla a la cara. Gracias al cielo Travis no lo hizo, porque así, ella pudo evitar que él se diera cuenta de como el color se iba de su piel y su expresión se convertía en una de completa confusión. —Dime por qué — insistió ella, bajando la cabeza y apretando su vestido con las manos. —Ya te dije, eso no es asunto tuyo, Isabela —respondió Travos fríamente, casi llamándola por su nombre como si fuera una desconocida. —¡Soy tu esposa, Travos! ¡Tengo derecho a saber! —le replicó Isabela — La razón por la que estás pidiendo el divorcio, la razón por la que de repente quieres mudarte de nuestra casa matrimonial, todo esto tengo el derecho de saberlo —añadió, esforzándose por mantener sus emociones y su voz bajo control. —¡No es tu maldito asunto, Isabela! —gritó Travis, volteándose para mirarla. La expresión en sus ojos, la ira y frialdad, fue suficiente para hacer que Isabela se encogiera y retrocediera, ella nunca antes había visto a Travis enojado. No, nunca lo había visto perder la calma. —¿Por qué? —murmuró ella— Todo ha estado bien, incluso pacífico, siempre comemos juntos y hasta... hacemos el amor por las noches, somos felices, Travis, entonces, ¿por qué de repente eres así? —preguntó con la voz temblorosa. —¿Felices? —Travis se burló de sus palabras con un desprecio evidente— Deja de engañarte, Isabela, la única persona que ha sido egoístamente feliz en este matrimonio eres tú. Travis soltó un siseo lleno de resentimiento: —En cambio yo no he sido feliz desde que apareciste en mi vida, lo único que has hecho es molestarme sin cesar, te has convertido en una espina clavada en mi carne. El corazón de Isabela se contrajo dolorosamente ante sus crueles palabras y las lágrimas volvieron a acumularse en sus ojos, mientras sus labios temblaban, ¿Cómo podía ser tan duro y decirle cosas tan hirientes? Ella no recordaba haber hecho algo para molestarlo, ¿O había algo más que lo estaba perturbando? —T-Travis... —lo llamó tímidamente, pero sus palabras fueron interrumpidas en ese mismo momento cuando el teléfono de él comenzó a sonar. Ignorando a su esposa desconsolada a su lado, Travis sacó su teléfono del bolsillo interior, echando un vistazo a la pantalla, el nombre en la pantalla mostraba un nombre bastante conocido para el hombre "Katherine", se leía, con un símbolo de corazón rojo al lado. Con solo ese vistazo, Isabela comprendió rápidamente por qué él estaba tan desesperado por el divorcio. Su antigua amante había regresado.

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