Capítulo 1 – ¡Está embarazada!

1118 Words
Katherine Jones era la mujer a quien Travis había amado durante años, la mujer que le había roto el corazón tres años atrás y había huido al extranjero y la misma mujer que él esperaba recuperar hasta el día de su boda, hace tres años. Por supuesto, con ese historial, aquel era un nombre que Isabela nunca olvidaría, porque incluso en su noche de bodas, el nombre que Travis gemía no era el suyo, sino "Katherine", sin recordar que quien estaba debajo de él era su nueva esposa. Isabela ya debería haber abandonado ese matrimonio sin amor hacía mucho tiempo, si no hubiera sido por la petición de la abuela, a quien nunca le había gustado Katherine, y siempre creyó que Isabela era la mejor elección de esposa para Travis. —Travis —llamó Isabela — prometiste a la abuela que te mantendrías alejado de esa mujer. —¿Acaso estás tratando de hacerme sentir culpable por las promesas que le hice a mi abuela? —preguntó Travis con frialdad, clavando sus ojos en ella, pues al escucharla mencionar a su difunta abuela, no pudo evitar sentir una oleada de ira— No tienes derecho a hablar de mi abuela. Isabela iba a decir algo más, pero Travis se giró hacia el conductor y dio una instrucción: —Para el auto. La orden repentina hizo que la confusión se apoderara de Isabela, cuyas cejas se fruncieron cuando Travis dijo las siguientes palabras: —¡Bájate! Los ojos de Isabela se abrieron de par en par, tan sorprendida que por un momento se quedó inmóvil en el asiento. —¿Qué? ¿Él... realmente lo decía en serio? ¿La estaba echando en medio de la carretera donde los coches rara vez pasaban a esa hora? Entonces, ¿cómo pretendía él que ella regresara a casa? —Bájate —Travis reiteró con una voz firme y autoritaria. —Travis… —lo llamó Isabela, tratando de hacerlo entrar en razón. —Bájate, o te haré bajar —gruñó Travis de nuevo. En ese momento, el conductor ya había salido del coche y sostenía la puerta abierta para Isabela, con una expresión de disculpa en sus ojos, incluso el chofer sentía más pena por ella que su propio esposo. Isabela no tenía opción, así que, sin más alternativas, salió del coche, tan pronto como estuvo fuera, Travis cerró la puerta de un golpe, justo en ese momento, las lágrimas que había estado conteniendo empezaron a rodar por el rostro de la mujer mientras el Rolls Royce aceleraba y desaparecía de su vista. De repente, el dolor en su corazón pareció viajar hasta su estómago, y un agudo dolor la golpeó, causando que, en solo unos minutos, todo se volviera oscuro y silencioso. *** Cuando Isabela volvió a estar consciente lo primero que notó fue el sonido de las maquinas pitando, eso, además de los susurros a su alrededor. Tratando de entender en donde diablos estaba la mujer parpadeo de forma cansada, hasta que el olor a fármacos, el ambiente blanquecino y la intravenosa conectada en su muñeca le hicieron entender que estaba en un hospital. Lentamente, ella giró la cabeza hacia un lado y sus ojos se posaron en los rostros familiares de sus padres. Allí estaba Casandra, su madre, quien fue al primera en darse cuenta de que su hija había abierto los ojos. —¡Oh, cariño, estás despierta! —exclamó, dejando escapar un suspiro de alivio. —Estábamos tan preocupados —dijo su padre, Benjamin, con una expresión llena de angustia. —P-Papá... Mamá —murmuró Isabela, con la voz débil y la garganta seca. La mujer no entendía que habia sucedido, ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Por qué sus padres estaban allí con ella? ¿Dónde estaba su esposo? —Voy a traerle un vaso de agua —dijo Cassandra, levantándose de su asiento y saliendo de la habitación, dejando solos a su esposo y su hija. —Cariño, ¿estás bien? ¿Te sientes mejor? —preguntó Benjamin, tomando el asiento de su esposa. Isabela miró alrededor de la habitación antes de dirigir su mirada a su padre y preguntar: —¿Por qué estoy en el hospital? ¿Qué pasó? —¿No lo recuerdas? —preguntó él, a lo que ella negó con la cabeza a modo de respuesta. Benjamin presionó los labios en una fina línea, suspirando unos segundos después antes de comenzar su explicación: —Te desmayaste en la carretera, por suerte una pareja que pasaba justo por allí te vio y te trajeron aquí al hospital, tu tenías los números de tu madre y el mío registrados en tu celular como contactos de emergencia, así que recibimos una llamada del hospital en cuanto llegaste. —Oh —fue lo único que Isabela pudo decir, frunciendo el ceño instantáneamente cuando el recuerdo del rostro frío de Travis le vino a la mente. Poco a poco cada uno de los últimos minutos vividos antes de perder la conciencia llegaron a su mente de golpe, atormentándola. —Nos dijeron que te desmayaste por anemia y exceso de trabajo, por si acaso hubiera algún otro problema, los doctores te hicieron unas pruebas y los resultados acaban de salir —continuó Benjamin, sacándola de sus pensamientos. —¿Qué dijeron los doctores? —preguntó Isabela, sin perderse la mirada triste y preocupada que cruzó el rostro de su padre. —Cariño... —Cassandra entró de nuevo en la habitación, llevando un vaso de agua. Isabela la miró y notó que sus ojos estaban un poco hinchados, como si hubiera estado llorando. —Bebe esto —dijo Cassandra, colocando el vaso de agua en la mesa al lado de la cama del hospital y entregándoselo a su hija. Isabela asintió y aceptó el vaso, realmente necesitaba beber algo, pues su garganta estaba completamente seca. —Escuché que hablaban sobre los resultados de las pruebas —comentó Cassandra dirigiéndose a su esposo mientras se sentaba. Benjamin asintió con la cabeza incitándola a que continuara hablando, mientras Isabela, que estaba atenta a la conversación, escuchó muy detenidamente cada una de las palabras que salían de la boca de su madre. —¿Qué pasa, mamá? ¿Qué dijeron los doctores? —preguntó. Benjamin y Cassandra se miraron durante unos segundos, comunicándose con la mirada, antes de volverse hacia su hija. —La razón por la que te desmayaste fue debido a algunas pequeñas complicaciones, estás embarazada de dos meses, Isabela —le informó su madre, mientras le tomaba las manos con fuerza y un poco de emoción también. —¿Qué? —preguntó Isabela sorprendida. ¿Ella... estaba embarazada de dos meses? ¡Eso no podía ser cierto!
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