Después de muchas felicitaciones de amigos, posibles nuevos clientes y familiares, Isabella se encontraba frente a la mesa de refrescos, sirviéndose una copa fresca de vino, mientras bebía un sorbo, observando su entorno con la mente dispersa, pensó en el pequeño logro que acababa de conseguir, así que sonrió, una vez más estaba orgullosa de sí misma, sin embargo, esa sonrisa desapareció al escuchar la voz de Melvin. —Pensé que te tenía completamente descifrada —dijo él, colocándose a su lado, con ambas manos metidas en los bolsillos y soltando un pesado suspiro por los labios—. Pero eres más astuta de lo que pensaba, como una pequeña zorra. Isabella le lanzó una mirada fulminante. —¿Una zorra? Esa es una forma interesante de dirigirte a tu hermana. Melvin se encogió de hombros, con un

