El día que dieron de alta a Owen del hospital, Isabella y Valery habían organizado un breve viaje a un festival que solo ocurría una vez cada siglo, ubicado en el corazón de Inglaterra. Durante el trayecto hacia la casa de Owen, Valery estaba llena de energía, saltando de arriba a abajo en el asiento trasero, y es que, por mucho que Isabella quisiera regañarla por no quedarse quieta, decidió no hacerlo, dejando quela niña disfrutara a su manera, al menos por ahora. Era, en cierto modo, una compensación por cómo sus decisiones habían complicado la vida de su hija. Hablando de decisiones, pensó mientras ajustaba el espejo retrovisor, colocándolo de manera que pudiera ver a Valery desde atrás. —Val —la llamó, apartando la mirada de la carretera justo a tiempo para ver cómo la niña le de

