Apoyando la cabeza contra la pared, Isabella miraba al techo, contando los minutos en su cabeza, había pasado aproximadamente una hora desde que llegó allí y todavía no había señales del Jefe Robert. Ella suspiró, tal vez no debería haber puesto su seguridad en sus manos, ni siquiera estaba segura de lo inteligente que era, ella simplemente en medio de su desesperación había confiado en él. —Te estás arrepintiendo, ¿verdad? —La voz de su madre la hizo voltear hacia ella. —¿Qué? —De haber venido aquí —aclaró Cassandra mientras se sentaba junto a su hija. Isabella negó con la cabeza. —No me arrepiento de nada. —Sonrió y atrajo a su madre más cerca.—Vamos a salir de esta, y vamos a derribarla, te lo prometo. Cassandra asintió y abrazó a su hija dedicándole una suave sonrisa adornando s

