Al día siguiente, Benjamin se sorprendió al ver a Isabella en la villa familiar, sosteniendo el documento que él había hecho que Melvin le entregara el día anterior. —¿Isabella? —Renunciaré. —Le entregó el papel y, cuando él lo tomó y le echó un vistazo, se sorprendió al ver que ya lo había firmado. Disimulando su sorpresa, Benjamin se aclaró la garganta. —Has tomado la decisión correcta. —Guardando el documento en el cajón de su escritorio, añadió—: Me alegra ver que finalmente has entrado en razón. La expresión de Isabella era indescifrable, su rostro estaba en blanco, carente de cualquier emoción. —Sí, yo también me alegro. —En cuanto al puesto que ocuparás ahora en la empresa… —Eso no será necesario —interrumpió Isabella con una fría sonrisa en los labios—. No ocuparé ningún pu

